miércoles, 16 de octubre de 2013

PISTO DE HUMILDAD ES DECIR TIERRA

La risa es un don en la tierra como en el cielo, pero también sabemos usarla como escudo contra las verdades como puños.
Es receta para vivos pues los muertos difícilmente piden algo más que ser enterrados por los suyos o enterrarlos, según a qué bando de muertos pertenezcan.
Téngase en cuenta, para descargo de mi mala memoria cuando me encaro con estas recetas aprendidas hace tanto tiempo, que las nieves del tiempo platearon mi barba.



INGREDIENTES

- Humus.
- Un cuchillo de destreza afilada.
- Todo trabajo y fe de la huerta a la mesa.

Vamos allá.

Pela y corta sin llevarte un dedo, sin cortarte, cual Robin de los bosques saliendo de lo profundo de Sherwood para redistribuir la riqueza, robar a los ricos y arrojar el botín a la mar, ¡Oh, la mar!
Sus correrías le sumen en una vaga sensación de existencia, como de saber vivir y estar muerto.
Redistribuir también la pobreza, esquilmar a los que tanta tienen y darla gratuita a quienes tanto la necesitan, ¡Oh, la mar que tanto necesitan!

No se puede hacer daño a quien se ha visto dormir, yo he visto dormir a todo hombre y mujer, a la mar y a la tierra, ergo, mi paso por la vida, como una flecha, no tiene que dejar rastro.

"Ama nescir", dice la Imitación, ama ser ignorado, que ni las obras de amor se te recuerden, tal es la pobreza en espíritu, tan evidente en todo momento que no necesita de nuestros ambiciosos ditirambos.

Hay un cierto tinte negativo en -Sin esperar nada a  cambio-, una fisura bien apuntalada por la que pasan los hombres haciendo el mal sin esperar nada a cambio.

La vida, en su manifestación más pura, es intercambio, luego, bien atento en su través he de estar a cuanto alimento soy.
Créeme si te digo, pues, que somos alimento, no de gusanos nihilistas sino de la fe que nos dilata.
Sueño que estas palabras son una miguita río abajo, y que algún que otro pececillo me da un bocado.

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