martes, 8 de octubre de 2013

LE DEBO AL ARROZ

Corren buenos tiempos para las aguas quietas.
No hagáis olas, no hagáis olas, hasta la misma comisura de los labios cubiertos de mierda no podemos seguir confundiendo oportunidad con movimiento.
Vamos a hacer un arroz tranquilos, se le debe tanto...



INGREDIENTES

- Un aria a la voz de Billie Holiday
- Una cocina de gas
- Arroz en sí mismo



Vamos allá.


Aun escrito en cuáquero siempre me quedaría la posibilidad de vivir sin tracción animal y sin las barbas y prendas distintivas.
Parecer sin ser que diría Marco Aurelio, ser sin parecer que haría Pessoa.
No se oyen entre tanto griterío los borbotones con que se piden nuevos mitos para los nuevos tiempos.
Un mito nuevo para lo viejo; para la muerte que todo se lleva, de 1001 maneras en nuestros días diferida.
Un nuevo mito para la luz que se nos hace dentro al nacer.
Un mito novedoso para el amor en nuestro rápido siglo, movedizo, en linea.
Y uno también para las sombras que se cobijan bajo las alfombras de nuestro destino.

Querido Arroz, Ángel me llaman, pero hablan más hombres por mi voz, uno para el reino de la mente, uno para el del corazón y uno para el del volar.
Podrán conocerme por los frutos, mas no por haber intervenido en el reparto.
A Ángel le cayeron los vuelos, él, que que no sabía encadenar tres pasos sin tropezar, para el corazón Nasrudín, el mismo que encontrando ocupado su lugar en el lecho de su amada exclamó: "¡Ése soy yo!" y para la mente Canaán, el único que se atrevía con los caminos por los que han ido los pocos ignorantes que en el mundo han sido.

Querido Arroz, decía, estos años he sido raro.
 Mi mente ha estado atribulada no menos que el científico que según el orden matemático más disciplinado y transparente demostrase la existencia de la Existencia de Dios.
Mi corazón ha latido confundido, de todas partes le han llovido deseos primerizos, como de morir acompañado.
Mis alocadas alitas una y otra vez me han dado de bruces contra los barrotes, como un insecto empeñando la huida por la ventana cerrada.

Querido Arroz, te quiero pedir algo, sé cuanto te adeudo e ignoro cuando podré pagar.
Te ofrezco un mito en pago, dame por él lo que valga, tal vez una condonación, tal vez lo que pida, tal vez el doble, tal vez nada o tal vez ni ésta sea suficiente.

Helo aquí:

Hubo en tiempos presentes unos amantes lejanos, ella de espiritual belleza y él infiel al desengaño, tal que si uno morara en el infierno del  cielo, el otro habitara el cielo del infierno.
Se comunicaban por un hilo de fibra cardiaca más flexible que la nada, irrompible por suerte de un par de órdenes cuánticas. A veces entre padres e hijos. a veces entre animal y humano, a veces entre amigos, a veces entre mujer y hombre, este hilo se engarza, es un hilo ya existente antes que ellos, un hilo umbilical errante.

Lejanos los amantes se amaban, de paisaje los planetas lejanos. Cuando dos se hacen uno ya nunca se puede olvidar, como no se olvida ni una de las veces que el sol te lleva cuando se va.
Nadie sabe, todos dicen que es imposible un amor sin caricias, como juegan al tacto uno con otro.

Noche y día de encuentro postergado, el día que se juntasen, ¿cómo quedaría el mundo?
Todo se vendría abajo, lo sabido y lo aprendido, nuestra estatura y nuestra profesión, nuestra propiedad y nuestra duda.

Este es el mito que te ofrezco a cambio de lo que pido: ¡Juntame al día!

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