miércoles, 16 de octubre de 2013

GAZPACHO DE LO QUE TOCA

Estamos ante una receta típica meridional de Anarchia, secreta no por celo de los que la conocen, sino porque pocos la toman en serio.

Anarchia es el Reino.

De un día a esta parte la claridad inunda mi imaginación.
Siempre imaginé que Anarchia brillaría en justicia, y que ésta excluía el dolor y sus placebos.
Que las mujeres y hombres que hacían de sus vidas tratamientos paliativos del dolor dejarían de hacer falta.
Es como haber pretendido clavar el sol a su orto olvidando que la sombra "e mobile" en loor del sol.
Cada una de nuestras contradicciones contiene en último término el decálogo completo de nuestra coherencia.
Bien por mutación, bien por recesión, pero las más de las veces por un Soplo, en ocasiones un cerebro busca la verdad, se derrota al sentido, como si el desorden fuere la posibilidad de la verdad asume su ignorancia desmedida.

Lejos de cualquier inquietud, me abandono a la providencia y expongo sin ambages esta receta.
 


INGREDIENTES
- Ojos y oídos que vean y oigan.
- Un sinfín de lo demás.
- Una orilla en la que reposar.



Vamos allá.


Tras cuarenta noches oscuras del alma, acuciado por sus cuarenta días oscuros del cuerpo, uno se pregunta si ha dicho no de una vez para siempre a la codicia, la vanidad y la ambición, cuya metáfora preferida es el águila de ojos altivos y penetrantes en la materia como si apenas fuera un visillo.
Ahí  tenemos las tentaciones y a sus triunfadores, seres aislados erráticos como espíritus
hambrientos. Suyo un poder y una gloria, y hasta una verdad. Alimentan lo que envidian para fijar la continuidad de su sistema. El sistema es infalible, incluye la culpa compensatoria, de manera que se erradicará finalmente el hambre de la faz de la tierra a modo de compensación por nuestra merma vertical.

Al otro lado del camino nos mira sonriente un entrañable tipo de una pequeña aldea aislada de los errores allá por Nazaret, este exiliado dejó dicho, que no escrito, que era de buenaventura ser de búsqueda distinta, y contraria a veces.

Quien no erraría con mi pobre discernimiento como única luz de guía en tamaña noche.

La tentación a evitar es darle la vuelta del revés a la Palabra, éxito y fracaso con las tripas para fuera y la piel para dentro.

En tiempo y lugar distantes una mujer que no cortaría ni una rama para ganar horizonte dejo dicho, que no escrito, que solo los que despiertan caminan juntos más allá de más allá. Y aun se atrevió a añadir otra joya al tesoro, la ignorancia, siempre mirando de reojo.
Las traiciones a ti mismo te serán redimidas por ignorancia según vayas subiendo.

Quien puede llamarse mujer y no querer mejorar el mundo.
Quien puede llamarse hombre y no poder llamarse mujer.

Conducimos briosos los corceles de la  cuadriga, delante la recompensa y el orgullo marcando el ritmo por ser los más veloces, por detrás el miedo y el tiempo bien entrenados para compensar curvas y subidas.

Pero entiendo que la nobleza de la hambre y la sed reside en no legitimar en ellas la licencia para arrebatar, en dar una cuando tenga dos y media cuando solo tenga una, y aun esa media partirla en dos, pero este entender mío ya sabemos que no es discernimiento, es pura necedad, oferente ramo de flores que huelen a sí y a recién cortadas.






No hay comentarios:

Publicar un comentario