sábado, 5 de octubre de 2013

MARMITAKO EN DAVOS


Un inciso antes de entrar en detalle en los ingredientes.
Aun no he hablado de la vestimenta propia de quien se acerca a los fogones.
Es importante que la ropa que se usa tenga a lo sumo un par de usos, cocinar y bailar, coser y cocinar, cocinar y mirar por la ventana, etc.

Aclarado este punto damos paso a la receta.





INGREDIENTES
- Money, money, money.
- Un ejercito privado.
- Indecencia presurizada.











Vamos allá.




Al borde mismo del rescate por parte de sus vecinos el país al que representé con este plato en la caverna de Davos.

Habían llegado los comensales a esa situación tal de colapso que pagaban millonadas por productos del espíritu hechos a mano a algún hábil gestor como ellos que tenía a su servicio a los artesanos, que cobrarían un salario singapureño a cambio.

Cada ración de este plato, amén de unos extravagantes entrantes, unos buenos caldos y unos postres gloriosos, se pagaba a 5.000 euros. Un precio irrisorio comparado con lo que pagan por matar a sus propios hijos en los mejores colegios.




A veces en la historia de un planeta se arremolinan en un corto periodo de tiempo las mentes más obtusas y se hacen con el poder, tan solo por el hecho de la escasez de seres libres de envidia.


El ajo y la cebolla, salvo que se especifique, nunca debe torrarse.





Como cocinero dispuse de acreditación blanca, que da acceso apenas al besagarras filantrópico que sirve de carnaza a los periódicos groseros de su misma propiedad.


En uno de esos que amenizaba la guapa Theron, muy del gusto de aquellos varones, me entraron ganas de meditar meando de puro aburrimiento ante tanta vanidad.


Caminando muy lentamente de espaldas a la pared buscando un picaporte que me sacará de allí, me colé en un cuarto de altísimos techos artesonados; un mueble bar que daba gusto ver del que, y no me siento orgulloso de confesarlo, me guarde una botella de vino blanco Château d'Yquem 1811 para añadir al marmitako un poco antes que el fumet e inmediatamente despues de esparcir la cantidad justa de guindilla por encima del sofrito, que luego supe por el revuelo armado que era de exposición y no para consumo, ese placer que tienen las águilas por mostrar la de cosas que se compran que valen más de 100.000$.






Fuere como fuere, no había ni una sola maceta, paragüero, escupidera, ni un solo recipiente que pudiese contener una buena meada, así que tuve que hacer una meada interruptus para distribuir la orina entre cuantas botellas de whisky fuesen precisas para que no se notara, allí estaban, en envases que a sus ojos valen más que la vida de muchos seres entre los cuales me incluirían, los más caros que conozco, una chorro largo en la botella de The Macallan Cire Perdue de Lalique, otro un poco más corto en la de Dalmore 64 Trinitas, otro chorrillo en la de W & J Mutter’s Bowmore y así hasta que dejé de llorar de alivio.






De la Vocación de Mateo de Caravaggio me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero como diciendo: "¡No, no a mí! No, ¡este dinero es mío!, esto es lo que yo soy."


Me entretuve todavía un rato ojeando algunos libros cómodamente sentado, encontré una primera traducción al alemán de El apoyo mutuo, no en vano busqué uno en castellano, encontré uno, el de Bartolomé de las Casas narrando el saqueo y destrucción de las Indias..."(...)...como lobos de siete días hambrientos..."


Iba a marcharme ya cuando una algarabía en dirección a la puerta por la que había entrado me asusto de tal manera que vime a mi mismo, detrás de una cortina que olía a más de 200 años, arrimando cuanto podía los pies al zócalo no fuese a asomar la puntera delatándome.






Qué solemnes entraron entre flashes y qué vulgares cuando quedaron a solas.





Allí estaban.


Allí estaba.


Allí estaban Marcos Bulgheroni, Paul S. Walsh, Duncan Niederauer, Michel Corbat, Daniel Ek, el reconstructor Denis O´Brien, anónimos de ojos fijos de JP Morgan Chase, Goldman Sachs, Deutsche Bank, Morgan Stanley y Bank of América, el mismísimo Simón Peres, los reputados Mario Monti y Dmitry Medveded, el infinito Bill Clinton, Gordon Brown y Sir Anthony Charles Lynton Blair, senadores millonarios de 5 estados de EEUU, de refilón creí ver a Ban Ki-moon probándose caretas filantrópicas que le ofrecía Su Majestad de glándulas olfativas y termosensoras en la lengua Mr. Henry Kissinguer, torvos jerifaltes de petrolíferas, afilados gestores de eléctricas, funcionarios de perfecta manicura de Unicef, la Unesco y del Programa Mundial de Alimentos, entre premios Nobel con aspecto de economistas y economístas con aspecto de premios Nobel más de 25 conté, un selecto y cortejado grupo de guapas vestidas de bellas y cantamañanas que se han hecho implantes de gafas de sol a lo Bono. Y yo tras las cortinas.


Hablaban y reían y yo entendía poco


-"...me está empezando a preocupar el Papa, con esa cara de conductor de autobús le faltan dos días para soltar que ser cristiano es ser anarquista no violento"


-"Don´t worry, John. A la que le digamos que si sacamos a los nuestros de las iglesias se quedarán sin ingresos y financiaciones estatales se raja"


Me distraje un rato pensando a cuantos se podría dar de comer con el anillo del Papa, a muchos supongo porque ahora que no está en venta su precio es incalculable, pero si la Iglesia tuviere que vender para darselo a los pobres estos agrimensores comprarían barato y se lo venderían caro a su propia madre.


-"metáforas nuevas, amigos, es todo lo que necesitamos para pararles los pies a tanto perroflauta, debemos cruzar la última frontera, somos más fuertes que nunca, cuanto más gravemos la crisis mayor será el salto evolutivo de nuestro poder, solo nosotros podemos amnistiarles"




-"Por cierto, estos whiskys cada año están más buenos"

-"Cierto"

-"Cierto"

-"Cierto"....




A una llamada, todos se dirigieron al comedor conducidos por una cimbreante azafata curtida en mil batallas.




Se me cayeron las lágrimas cuando recogí el premio al mejor almuerzo, no por el premio en sí, sino porque mi aprendiz había superado al maestro.



Marcos Bulgheroni



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