jueves, 10 de octubre de 2013

PAN Y ROSA CON HAMBRE

De las hambres bajo el cielo conozco las de oro y las de cobre.
Ni solo de pan ni solo de rosas vive el hombre aunque bien quisiera.



INGREDIENTES

- El trabajo bajo el cielo, nada nuevo.
- La ladera de la montaña.
- La fortuna de haber nacido



Vamos allá.

La primera vez que se me apareció el paraíso mi hambre era de oro, tendría unos 14 años y, en consecuencia, hambre de gigante.
Me parece recordar que ya iban por tres los días de alguna manzana robada y agua de río. No lo vi venir, como un espejismo, sin avisar se presentó en un recodo del camino, entre grandes árboles brillaba bajo la luz tenue del atardecer, el sol ya estaba naranja pero su resplandor se subía al amarillo, el color de la vida. Sagradas refulgían cientos, miles de latas de conservas.

Bienaventurados los que hallan en los vertederos.
Y bienaventurado el excéntrico pintor que plasme un bodegón tal.

Ni serpiente para recordar la talla de mi humanidad, ni puerta por la que me pudieran echar.
Nunca antes desde que vivía en la calle había podido olvidar a mi madre, pero allí, concentrado en hacer bolitas de combustible con las hojas del único libro que tenía a destajo releído, olvidé la noción de nacido, tan solo era un esuriente, un hambriento tan viejo como ese término pasó a ser toda la conciencia de mi.
He vuelto a intentar ese éxtasis sin conseguirlo, creo que porque nunca más he conseguido tener un solo libro.
Ahí precisamente es donde la Rosa se rebela, ¿cómo no va a reclamar su parte de absoluto si alimentados solo de pan moriríamos?
Más me vale este embargo que deja en cuento al mayor ensimismador que conozco, el dolor de muela, de otra manera me habría perdido como un dubitativo enamorado...

No quiero abusar de ti, hambre de Rosa; ni de ti, hambre de Pan. No deseo poseeros, no espero vuestra rendición erótica, lo que quiero es amaros.

¿Cómo nos salvaremos cuando con nuestros propios talones pise el diablo si jardines y templos no acogen en sagrado fuera de horario?
Llevo un lastre sobre los hombros, cargo a mis espaldas energía alternativa para la palabra, causante, por delante de automóviles y vacas, de la más oscurecedora contaminación, aunque si bien es verdad que esta nueva energía no contamina de manera conocida, porta desequilibrio en su exceso, toda mi ropa es regalada y  las soledades  me  acercan a los hombres.

Las nuevas profecías son proferidas desde fuera del laberinto, como implantes en sonrisas desdentadas. Si comieron Pan lo han olvidado, sus Rosas no son de este mundo. Juntan churras con merinas para hacer tierra quemada y envenenar pozos.

No es necesario abrir más frentes, ya tenemos alimento suficiente para el poema de la fe en el Pan y la Rosa.

Se puede hacer Pan con cualquier cosa,
oí que tras alguna batalla
lo han hecho de camisa ensangrentada.

Se puede hacer Rosa con cualquier cosa,
un solo anciano, un solo muerto,
un solo enfermo.

Pan bautismal,
el último deseo del condenado a muerte.

Rosa de unción,
el primer deseo del sentenciado a nacer.

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