martes, 17 de junio de 2014

PITANZAS MAGISTRALES DE UN INTRANGERO



"Así lo he oído", siempre tiene que haber un primero que esto escriba dejando la palabra clavada a los siglos venideros, causa mayor involuntaria de que, fijando lo inquieto, el espíritu se ausente.
Al espíritu le gustan las alas y al fuego el papel, luego no es el amor lo que sobrevive sino sus obras.

El  ignorante espera y concibe lo que pueda ser saber mientras el estúpido mira a quien sabe de reojillo vigilando que no le adelante; el que sabe, en cambio, edifica y se mantiene en deuda de amor.

Una adivinanza propongo.
Este inútil servidor va a dar pinceladas por aquí y por allá y luego le decís si era muy difícil la adivinanza.



Vamos allá.



¿Quien se marcharía a donde con nadie te encuentras a apaciguar a su vaquilla joven, es decir su mente, y no volvería hasta asegurarse de que su corazón puede soportar no mucha, sino toda realidad, aunque tardase 40 días?
¿Quien así vuelto podría usar otro lenguaje distinto del poético, enigmático en ocasiones y dado a la brillante metáfora, la comparación y la semejanza? 

No es más difícil tratar con cada prójimo de nuestros días como quien se viera con un big-bang que tomar un café templado de buena mañana, no es difícil diferenciar a todos llamándoles con un nombre que no es el suyo ni nombre conocido siquiera, diferenciándoles para siempre de todo aquel que comparta su mismo nombre, así como aislamos de entre todos los Alejandro a uno, el Magno, de entre las Margaret a la de Hierro y de entre los demonios a Legión.

Recuerdo que siendo un mocoso de no más de cuatro años, un domingo por la mañana tras el paseo con mi padre por las vías, siempre esperado con ilusión y dado con inigualable alegría, terminamos, como era costumbre, tomando una mirinda. Ya en el bar me preguntaron si quería una gamba o dos, pues andaba mi padre echando cuentas por ver cuantas pedir, a lo que yo respondí, provocando una algarabía de carcajadas, que quería una y dos.
Pidieron dos para mi mientras me avergonzaban con sus risas, pero debieron pedir tres.
De la misma manera, adivina adivinanza, ¿quien a quien preguntasen por su preferencia entre cielo o tierra diría que cielo y tierra introduciendo así para siempre al ser humano en la historia?

A veces poner la otra mejilla es echar a patadas a las tentaciones de corrupción.

Podrá acabarse el mundo, en metáfora y contigo, en flamígera desgravitación; las estrellas, el sol y la luna olvidar los pasos de su baile pisándose los pies unos a otras y dejando tras de sí un desorden silencioso e inmaterial. Nadie está preparado para cambiar así su vida, pero, por raro que pueda parecer, así brinda sus frutos la higuera, así saluda a la primavera, así se medita.
El polvo y la ceniza lo cubrirían todo, toda la memoria de como son las cosas, todo lo escrito sobre por qué no pueden ser de otra manera, solo la palabra libre, la que no se fijó en papel, la que hace de montura a las obras del amor, no pasará.

¿Quien diría que el mayor Bien posible es el probable bienestar de todos?

¿Y que los lirios del campo no tienen cadenas ni tienen puertas, ni los pajarilllos de los sembrados
tienen calabozos, pero que no has de seguirlos ni tratar de imitarlos, sino intentar abrirles camino, como quien abriese el camino a los alimentos que faltan para que coman todos?

Primero se edifica para abajo y luego se edifica para arriba, pues solo un hombre insensato levantaría sin cimientos.

Dijo un caballero inglés sumido en cruentas guerras de sucesión: "Pero nosotros, caballeros, no rendiremos nunca el espíritu, pues a nosotros, amigos, nos asiste la Rosa"

Hace un par de mil años la especie humana salió del laberinto de la credulidad, fue un momento crucial, se necesitaron nuevas Alianzas con el Despertar, como si desde siempre hubiésemos guardado todas las llaves que íbamos encontrando y por fin ante la puerta de Dios tuviésemos en el llavero la llave que la abre.
Donde antes decía que la fuerza es un don, se añadió una nota a pie de página que dice que el Don es la fuerza.
Este Despertar es, para hacerse una idea, parecido al del niño seguro de que a su Madre le gusta que le regale un balón de fútbol e inmediatamente le proponga irse a jugar, y seguro también de que a su Padre le gusta que le regale sus dictados llenos de faltas.

Desde aquellos días sabemos que lo que siempre hemos llamado vida es el escorzo de la Alegría y que a la fuente de todo Amor hasta ahora habíamos llamado estar vivos.

Adivina adivinanza, ¿Quien es?
Seguro que no es quien piensas, pero es quien debiste pensar.

Como diría el viejo Borges: "Sos vos"




martes, 20 de mayo de 2014

QUÉ PONERSE

“Ser gobernado significa ser vigilado, inspeccionado, espiado, dirigido, legislado, reglamentado, encasillado, adoctrinado, sermoneado, fiscalizado, estimado, apreciado, censurado, mandado, por seres que carecen de títulos, ciencia y virtud para ello [...]. Ser gobernado significa ser anotado, registrado, empadronado, arancelado, sellado, medido, evaluado, cotizado, patentado, licenciado, autorizado, apostillado, amonestado, contenido, reformado, enmendado, corregido, al realizar cualquier operación, cualquier transacción, cualquier movimiento. Significa, so pretexto de utilidad pública y en nombre del interés general, verse obligado a pagar contribuciones, ser inspeccionado, saqueado, explotado, monopolizado, depredado, presionado, embaucado, robado; luego, a la menor resistencia, a la primera palabra de queja, reprimido, multado, vilipendiado, vejado, acosado, maltratado, aporreado, desarmado, agarrotado, encarcelado, fusilado, ametrallado, juzgado, condenado, deportado, sacrificado, vendido, traicionado y, para colmo, burlado, ridiculizado, ultrajado, deshonrado. ¡Eso es el gobierno, ésa es su justicia, esa es su moral! [...] ¡Oh, personalidad
humana! ¿Cómo es posible que durante sesenta siglos hayas permanecido hundida en semejante abyección?”. Proudhon







Hoy ha sido un día lento, tras un juicio que a nadie importa en el que es peor declararse inocente que culpable, una farsa tragicómica que provoca risa y desprecio, se haya Solschenizyn en víspera del viaje al Gulag y aun no sabe qué llevar; no le ha hecho falta declararse nada, pues nadie le ha preguntado más que si el nombre leido era el suyo y si entendía lo que se decía. No le ha hecho falta defenderse, aunque había decidido no hacerlo.
Y tú, ¿que te llevarías?


Vamos allá.

¿El hábito de meditación y si no hay límite de peso algún que otro libro?
¿Los longevos Ensayos, el del desasosiego, un poco del valiente Thoureau, los destellos de los evangelios, alguno de Cioran y el sui cadere de Amery, además de Shakespeare, Poe y Dickens; un Zuang-Zhi y el Poema de la Fe en el Espíritu; en mi lengua Teresa de Cepeda y Juan de la Cruz; unos cuantos poetas, Dostoievski y algo de esquiva física cuántica, una versión para leer en voz alta de la Odisea, sin olvidar a Simone Weil, Chamfort y el genio de Nietzsche, además de un libro de visitas; 200 cuadernos en blanco, 50 lapiceros y un sacapuntas?

Muchos son, ya veré de resumir o ampliar.

¿Sellos para correo clandestino, una vuelta por las viejas calles para ver como se habla allí y un recuento de conocimientos útiles: por si alguien no supiese como escribir una carta, yo sé, la facilidad culinaria que a todos gana y sacar del armario mi tolerancia al clima?

No sé con cuantas despedidas podré cargar, ni cuantas necesitaré siquiera, ni qué nombre llevar.

Poco más en el neceser de las cosas prácticas, ahora toca el difícil bulto de las cosas del espíritu.

Vamos allá.

Varios pares de gafas del cerca, un cepillo de dientes y 36 tubos de una pasta que me veo obligado a usar y una lista actualizada de mis debilidades, así como varias mudas.
Por ciento, si es que puedo, multiplicar la resistencia a la flaqueza y tal vez a la depresión de saberme inocente, pues igual que en el mundo es bien fácil saberse pecador, como se decía antes, allí donde voy sobran las razones para sentirse sin culpa.
Un buen silencio para abrir boca a la narración mitológica de mi trayectoria con la que explicar que el desapego es desconocer, salir de hábitos mentales propios, que es hacia uno mismo y no alejamiento emocional de personas y cosas.
Nadie tiene el poder de hacerme cambiar de vida, Hamlet de principio a fin, Jesús hasta en los calabozos.
Un borrador para borrar el último día todo lo escrito.
La claridad de cada rinconcito de arte y ganas de jugar con niños siempre a mano en los bolsillos.
Prefiero mirar fijamente a Dios que echarme a hablar y aunque pudiera no me escondería para llorar.

Encuentro que algo me hace eterno en la Realidad, acceder a Ella es descansar por los siglos de los siglos de mi.
Y pan y cebolla y queso.
Y cuando la noche se cierna sobre la espesa conciencia de mi...

jueves, 8 de mayo de 2014

EXPERIMENTO OSCURO DEL ALMA

-Dios crea  como el  mar los continentes, retirándose.- R. M. Rilke


Hay lugares a donde no llevan los mapas, solo la osadía de la ignorancia.
Los cambios hoy no importan, pues sin muerte todos son llevaderos, pero es realmente abrumador como marcarán los días futuros.

Siempre he querido saber cuanto de Dios soy capaz, cuanto de su intención he entendido.

De todos los cabritillos solo uno sobrevivió y, mentira más, mentira menos, solo por él se conocerá la historia.



Vamos allá.


Es el día otra vez de la muerte de mi hermano, del primero por arriba, solo que ya han pasado 20 años.
Se llamaba Carlos por entonces y con su muerte algo se me rompió, pero tan torpe y ciego que no supe que fueron su nombre y el mío lo que se hizo añicos.
Estaba tan equivocado que llegué a concebir que Dios intervino o se ausentó. Siendo eso lo que hoy trato de remediar, mi mala concepción, no la posición de Dios.

Carlos, como los demás hermanos, fue una esquirla de metralla despedida de la bomba que estalló en nuestras vidas.
Desde entonces el pesar y la culpa, como un rabioso perro negro pintado de espumarajos de guerra, persiguieron a dentellada viva todos mis días. Despertaba cuando yo me incorporaba y no reposaba en guardia sino hasta que yo caía exhausto.
Era perro que solo saciaba hambre y rabia mordiendo cráneos y una sola posibilidad de supervivencia a mi alcance, la ebriedad.

Me protegí del perro negro en la profunda guarida de un gato afilado, como un ratoncito a salvo de sus hermanos entre las zarpas pulcras y sanguinarias de un gato si esta saciado.
Mi enfermo pensamiento era la fibra que le saciaba, su alimento, luego le fui entregando mi alma en sus formas purulentas para mantener el físico de una pieza y vivaz.

Escribí mi destino con tinta embalsamada, muerto desde su principio, que nunca me molesté en releer.

El cuerpo que a toda costa mantuve vivo me daba asco como un gasto innecesario.

De un vistazo al mapa memoricé el destino, la muerte cuando me quedase sin alma de ración en ración entregada a la monstruosa alimaña protectora, y, de entre todos los posibles, un camino.

Han pasado siglos desde entonces, grandes, pequeños y medianos, y mi vida ya toca a su fin, me queda espíritu para un par de desayunos a lo sumo y, a la sazón, deseos de acabar ya.
Íntimamente he esperado un milagro, pero Dios me mostró lo que le hubiera gustado de mi y no intervino jamás.

Y me pregunto inquieto si podré hacer muerto lo que no hice en vida.
Al final un muerto es un defraudador, pero sostendré la antorcha en alto.

La Verdad es necesaria, no la considero ex machina, como el aire que respiramos en toda ocasión, ora arrebatados por la defensa de la agresión, ora arrobados en la adaptación a ser agresores. Necesaria como el aire que desemboca en las altas cumbres para una águila en cría; como el aire que invisible transporta sin peaje la música, como el aire que ni pregunta el nombre a mis pulmones.
Y la pregunta necesaria: ¿Qué experiencia de mi tiene Dios?
Lo pregunto sentado bajo un mapa del estrecho de Ítaca.

Nunca me esconderé de la Ley aunque huya de la justicia, y la Ley es clara: deja un mundo mejor cuando te vayas, no te asombres del Amor, sino de la guerra.
Bajo estas premisas ya se ve que no me las estoy dando con una ley cualquiera, es la Ley de la Posibilidad de los hombres en sociedad.

Carlos fue acumulando iniquidades sobre sí mismo, nadie intervino y nadie se ausentó.
Subiendo peldaño y añadiendo protagonistas, no es un timo de Dios la pobreza, explotación y hambre de tanto niño y adulto, sino fruto de la inspirada concatenación de condiciones que van poniendo los hombres en el mundo.

Cuando no entiendo algo, primero río, ya luego estallo en estudio.




miércoles, 7 de mayo de 2014

SITIOS PARA CENAR CON ENCANTO VIII: MOHERNANDO

-Miren que es peor la recaída que la caída.- Teresa de Cepeda y Ahumada. Las moradas.


Hay quien defiende que normalmente avanzamos en la vida con la mirada puesta en esto o en aquello, siempre preocupados por algo dentro o fuera de nosotros y que estas ocupaciones impiden que la conciencia se haga más profunda, bloquean el camino. La imagen es sencilla, la conciencia como un cauce bloqueado, ¿qué valles no alcanzaría si pudiera correr?, ¿Qué delirios no regaría?, ¿qué ramas no doraría?, pero hay que creer. Nada nos dice que la conciencia no esté desde hace tiempo al límite, que sea desde aquí desde donde tenemos que dar el salto, con todas nuestras distracciónes y las pocas pero fuertes perfecciones.

Si tal como nos dijeron, quien te quiere te hará llorar, tengo por seguro que muchos no hemos conocido mejor amante que nosotros mismos. A veces se llora de pura tristeza, que es llorar, digan lo que digan, en esencia, pareciendo que estamos en el mundo de forma desfavorable, como un guiso al que algo le sobra o le falta, o ambas a la vez, puesto en el plato. Es llanto que disipa la soberbia de un metal al rojo vivo.
Moralmente, casi tan malo es sentirse culpable sin haber hecho nada concreto como sentirse libre de toda culpa cuando se es realmente culpable de algo.
Este inútil  servidor no es teólogo ni ingeniero, ni místico ni teórico, y a la poesía  ni a la suela llega; ve el mundo a fogonazos porque lo ve desde los fogones, y así va y lo cuenta.
Imploro por saber un día porque he estado vivo.


Vamos allá.


Cuando se puede ser niño no se crece con las manos destrozadas de no jugar.
Todos los días resucita una necesidad, la de ser niño como niño.

Sé que hablo de cosa que no sé.

No conozco la Verdad, que mi espíritu jamás la penetrará, de eso estoy seguro; la Belleza me dio miedo, como el de la madre que ve al hijo acercarse a un pozo abierto al que, caído una vez, caído para siempre. Y al Bien, como a la mariposa que acompaña mi insomnio sujeta a la pared como una pequeña Ulises al mástil, no sabría qué decirle.

Al dolor de mundo, en cambio, bien he tratado, he mirado por más heridas que ventanas y he visto más dolor que paisaje, mi pecado es haber callado para adentro y para afuera cuando he visto el mal desde lado soleado, y en ocasiones haberle colaborado.

Allí donde está nuestro tesoro, está nuestro corazón, lo he leído 1.000 veces desde niño y también me suenan las palabras de Pablo: "El dios de este mundo es el dinero".

Muchos niños lloran porque tienen hambre mientras trabajan. Y más llorarían si supieran lo que es jugar, si es que se puede llorar más, pues no se olvidan de jugar, sino que dejan de saber qué es.

Pido piedad por mi torpeza cuando hablo de cosas sencillas y tan importantes, considerad no más que a veces desespero de la experiencia de Dios que en otros veo y me pongo a mover piedras un tanto despechado.
Siempre se puede ser bueno, ya por espíritu, hábito o superstición y hasta por recompensa curricular. Me importa lo segundo y me importa lo primero, ser bueno y por qué.

La pobreza, ahora me doy cuenta, es el único estado místico con los pies en la tierra, se la reconoce en cuerpo y espíritu por un alto, admirativo y confiado ¡qué va a ser de mi!, en vez del miedoso, egótico y quebradizo ¿qué va a ser de mi?.

No se han de llevar cuentas del mal, pero nos organizamos en el mundo en torno a la deuda, la querella, la ofensa y la ganancia. No ha fracasado el orden del amor, pues solo fracasa lo que se ha realizado y de eso pueden dar cuenta los hombres y mujeres buenos que una vez realizado en ellos el amor, ya nunca vuelven al orden del mal y su banalidad, pero se quedan a vivir entre nosotros, como si la gravedad y la Gracia entrasen en escena de la misma manera, no dejándoles elevarse tras su elevado corazón, de manera que todo el amor que era para los cielos revierte en la tierra.

Que podamos pensar cosas que no se pueden perdonar tiene como consecuencia lógica que podemos perdonarlas.
Será verdad, no lo pongo en duda, que no se nos pide que amemos a nuestros enemigos, pero de 100 maneras distintas he creído que se me dijo, y  creo que el amor me pide de siempre que le deje amar a mis enemigos.

A veces, para ver las cosas enteras tenemos que alejarnos un poco, otras, cegados por los reflejos, tenemos que guiñar los ojos y otras aun tenemos que quitarles la arena. Lo hacemos sin pensar, está en nosotros; desde la razón no desde el pensamiento, desde la Alegría no desde la sonrisa, desde el socorro inmediato no desde la meritocracia.

Haya que hacer lo que haya que hacer quiero mi tesoro en buen lugar, en el único buen lugar sin cambios climáticos, lo quiero en el Amor, y no distraerme nunca más, como los cuervos, tras cosas que brillan que llevarme al nido, eso es lo que me pido.
El tesoro no es la sentencia, sino la Justicia.
No es la ganancia, sino la vida.
El tesoro no es la cometa sino el niño que la vuela y el que no la podrá volar.
No es escribir oraciones como esta, sino la esperanza de que, surcando el áspero mar en una botella, sea encontrada y leída, y la certeza de que así es.
Ni es echar de menos a los padres de niños, sino hoy.

Hoy que mirándome al espejo descubro los rasgos de mi padre y solo alguna que otra arruga y gesto de Dios, la comisura de la Alegría tal vez o el refrescante parpadeo de la Confianza, por decir dos.

De alguna forma ningún niño de este mundo no es niño mío, como ningún enfermo, anciano o cadáver puede dejar de serlo y, aunque me cuesta un poco más, es mío el malvado, el violento, el poderoso o el avaro.
Pues a mi entender, Yo Soy nos incluye a todos.



lunes, 28 de abril de 2014

VARIEDADES DE LA EXPERIENCIA FAMÉLICA



Tal vez pueda reconocerse en un cuadro o en un poema a la mujer que yo veo.
Pero reconocerla no es conocerla.
La puerta que me separa de la realidad está cerrada conmigo dentro y ella fuera.
Es un día claro de infrecuente longitud de nostalgia; la imprecisión se adueña de mis pasos como la primavera de las venas enamoradas, en brazos del mundanal ruido de mi cabeza, alejado de las carantoñas del universo, no quiero nada de ningún lugar, luego me resisto a cualquier destino; el olfato de tierra en tierra húmeda me arrastra hasta toparme con la exposición de Picasso que enseguida cuento seguido de lo que allí me pasó, y, os recuerdo, no tengo alas para volar, ni sabré nunca si llegaré al próximo café.
He buscado verdad, sentido, azar, oportunidad, necesidad y no sé cuantas más cosas a la vida, pero solo he hallado tiempo, el creador de todo fenómeno, el absoluto e inaprensible ahora, el Dios siempre en presente.
Aunque no elegí mente, cuerpo ni espíritu, dispongo, como todos, de un pequeño margen para usarlos con humana santidad, bien alejado de la satisfacción de mi.


Vamos allá.


El mejor escorzo es el rincón delicado de Jacqueline.
Si pusiéramos a un camaleón longitudinalmente entre la selva y el desierto y le tapáramos un ojo, enverdecería y si le tapáramos el otro, tendería al dorado, mas si le dejáramos ambos ojos libres tomaría el aspecto de la profundidad sin medida, como ojos que vuelven de un entierro cercano.
Como la esfinge de las tres respuestas a la que debes formular las preguntas correctas si quieres acceder a la ciudad más antigua y dulce de occidente que custodia, cuyas tres respuestas son amor, ignorancia y dolor, en ese orden.



 Un silencio en expansión compone con una calavera, si en la locura que me espera hubiera un orden, ya sabría por este cuadro la que me espera.
Es una noche de luna arbolada, muy propicia para el beso místico.
Vivimos tan apegados a los ojos que hacemos de la noche un lugar para escondernos y de las cuencas puertas de entrada.
Hasta que todo duerma velaremos; caliente y vivo, de la tetera nos servimos insomnio.
La noche oscura del alma se retrasa una vez más.



Le basta coger una paleta para que se le salgan los ojos, la paleta es humilde, en ella cocinan sus ojos, grandemente herbivoros y tan negros como un embargo de alma.
No se prepara para pintar, no lleva pinceles en la mano ociosa, como todas las mañanas de su vida se conjura para ver, así que le quito esos ojos y me los pongo.




Unos pasos más allá un hombre en un sillón nos dice su nombre, pero su voz es lejana como la de un triángulo y se nos haría tarde descifrando su lengua, digamos que se llama como todos a veces, esas veces que apuntamos al cielo.
Esas mismas veces que nos adelantamos un paso en direccíon al bien, la belleza y la verdad.






Ni a una legua se acerca el mórbido placer del fauno al que siento yo contemplando, he sido fauno y observador, no hablo en vano. La carne enteramente dormida de la mujer tiene más vida que mi órgano de la razón, y más frío, entonces y ahora.






Por suerte, la mujer sobre el sofá nos invita a descansar un rato si encontramos un hueco, de su cuerpo interminable no podemos evitar la piel que nos envenena con el don de las lenguas.

-Si hablas mi cuerpo los hablarás todos- susurra.

 Mirando sus pechos encenderse como mañanas gemelas pinto flores que hablan sinceramente de mi corazón a la noche.




Más tarde, a la luz que rompe la vela que más desenmascaría si la dejasen, dos cosas se hacen las muertas, el minotauro y la paleta.
¿Quien se entretendría en matar cosas que no mueren?, ¿quien tendría tanto tiempo, tanta vida?
No se lee pero está escrito, a tan basta y ensordecedora respuesta he atraído con mis preguntas que tuve que escapar de la vida que no quería; ese ha sido mi trabajo de hormiguita.
Soy lo último que vio el minotauro, soy el primer trabajo del pincel, soy la luz a este lado de Dios.


Mientras tomo estos apuntes, poniendo cara de listo ante los cuadros, voy tomando buena nota de las dimensiones de las salas, las entradas y salidas, cuantos empleados en vigilancia hay por cada empleado de seguridad, si van armados, comunicados y atentos, sexo, raza, edad, peso y estatura, estado civil, aseos, sistemas anti-incendios y todo cuanto detalle pueda observar, como si tuviera que contárselo a un ciego.
Mi plan era hermoso, solo tendría que correr un par de centímetros todos los cuadros en dirección al que yo quería, de manera que se quedaría sin sitio y sobrando, nadie en falta lo echaría.


Pero tuve que bajar a la planta -1 para completar el minucioso estudio de campo. Allí se me desbarató el plan.
Estudio para una flagelación sobre madera y único protegido por una urna, nada más que decir salvo que es de supuesta autoría.
Creo que ha llegado el momento de decir a qué destinaré el lienzo y el madero de los que privaré a futuros visitantes.
No tengo cabeza como para que decir que es el más noble destino que he podido concebir le confiera nobleza a mi propósito, luego debo dar una referencia externa.
El más noble propósito de un cautivo es lo que vengo a dar a ambas obras.
-Pues vaya cosa, me digo a mi mismo, así tan vagamente-; especifico, construyo la ciudad de la Luz y busco motivos que inspiren una feliz vuelta a casa a todos los deportados, eso y escribir un buen poema de amor en sus reversos; sea como sea tuve que cambiar la operativa.
Era imposible mover todos los cuadros para ocultar dos y ya estaba a punto de desistir cuando lo desestimé por otro plan tanto o más acorde con el botín.

El día acordado, a las 12 en punto, un visitante temporalmente enajenado e  inofensivo por la puerta principal intenta sacar un cuadro sin disimulo, creando un alboroto divertido como cuando levanta el vuelo una bandada de aves del paraíso.

 Al día siguiente vuelve a repetirse el suceso con otro protagonista sin relación alguna con el primero, a la misma hora pretende sacar un cuadro que le habla según dice, creándose otro alboroto igual o más divertido.
Sucesivamente día tras día a las 12 en punto un visitante organiza un entretenido lío intentando lo mismo que los anteriores, con los que no se le encuentra relación. A veces es un varón y otras una mujer y no se cumple ningún patrón por edad, cultura u origen. A los 30 días como mucho los periódicos y televisiones ya hablan de un Síndrome reglado por especialistas; a los 60 días ya se ha convertido en una atracción nacional que empieza a dar pingües beneficios. Los detenidos son interrogados por policía y jueces asistidos por los mejores abogados y ninguno sale con cargos graves.
Las salas de la muestra se abarrotan desde primera hora cada mañana y se forman en la calle largas colas.
A los 90 días ya es motivo de atracción internacional y se ocasionan a diario cortes y desvíos de tráfico. Prolifera la venta ambulante de manera que ya es posible conseguir cualquier cosa sin salir de allí en esta primavera verosímil.
El plan iba sobre ruedas a falta de no muchos para los 112 días que requería según mis revisados cálculos cuando me percate de que para esa fecha la exposición ya estaría desmontada.
Cada obra de arte tiene su tempo y matiz inalterables, de manera que es preferible dejarla inacabada a terminarla con prisas, así pues, dejé mi obra sin acabar pero satisfecho de mis raíces, aunque la roca a la que me arraigo sea la capitana de un alud.
Mientras termino esta crónica sentado en un banco de madera, agobiado por las deudas adquiridas con los participantes y sus abogados, una amorosa, luego hermosa madre, me pide permiso y se  sienta a dar la merienda a su despierta hija de unos 5 años con tanta paciencia como buena conversación.
Ningún recuerdo enturbia la escena.
Nunca sabré si la esquiva poesía me está cogiendo de la mano o mi corazón está colapsando.
Y a esto se le llama disfrutar del camino.

jueves, 17 de abril de 2014

ESPECIAL DE LA CASA



Camino por la ciudad que se ha convertido en un autódromo con un Madre Nuestra entre los labios y un libro en las lumbares, allí donde un agente de policía secreta llevaría un arma. Es un libro perenne como la tarde, no crece en tamaño, pero lo va abarcando todo; aunque también es un arma suicida por si la ciudad me resucita a su ritmo y vida.

Si volviere a nacer, que fuese en una biblioteca, donde sin aspavientos pudiere quedarme callado, no como lector desde luego, sino como un tomo siempre en expurgo.


INGREDIENTES
-Sin ingredientes.


Vamos allá.


Madre de toda cosa, ¿donde andarás?
Se me olvidan las palabras que te nombran y ya no te pongo cara.

Ojalá estuvieras en disposición de quererme con las manos, ojalá mis susurros atrajesen tu atención.

Sé que quieres lo que haces, mas ignoro si quieres lo que hago.

A este yo a prueba de tontos dime si debo seguir alimentando.

Si me toca dejar rastro como una lenta babosa en vez de no dejar huella como de su vuelo las alondras, que no sea tóxico ni lleve a mal lugar, y que nunca contra nadie despliegue  laberintos.
Que todo lo que me hagan vaya a fondo perdido, no llevando yo las cuentas.

Aunque sea por ignorancia no quiero atentar contra la vida, líbrame, pues, de ignorar mis íntimos pensamientos, entre los que es natural lo divino y lo demoniaco.

Y si para ello tengo que aprender a rezar, que sea aprender a morir, pues llevaría un par de asignaturas convalidadas.

miércoles, 16 de abril de 2014

AUTOMATIC FOR THE PEOPLE



"Automatic for the people" es el equivalente neoyorkino al "Marchando" de nuestras tascas, con ese matiz de inmediatez y eficacia tan centronorteamericano. Como si para nosotros todo se estuviera haciendo y para ellos todo estuviera hecho.
Pongamos que mi maestría en las artes que ya mencionaré es profundamente mediterráneo, pero mis deseos son centronorteamericanos.

Vayas donde vayas, ahí estará, empieza con un azote y terminará con otro.
Por un esfuerzo negativo de voluntad podemos no ver, pero no podemos ver más despacio, lo mismo se puede decir del pensamiento racional y de todas nuestras condiciones. Que podamos dar ritmo, imprimir velocidad o elegir profundidad a la respiración, me llena de asombro, más si cabe atendiendo a que en la naturaleza ninguna adaptación es en balde y, que se sepa, ningún otro animal lo hace, así como no saben escribir ideas aunque posean manos hábiles para manejar herramientas.

 Nosotros no podemos libremente vivir en el presente perfecto como un animal absoluto de primera adaptación, tan sumamente compleja y eficaz que no necesita cambiar; nos adaptamos sin especialidad alguna que no sea espiritual, luego estamos obligados a cambiar. Nuestra humana observancia de los tres tiempos es el remedo a nuestro alcance de la eternidad, es casi Dios.

Siempre podemos respirar y mantener el equilibrio en el centro de la esfera temporal.

Si un Mercedes es lo más cercano al coche perfecto, pongamos que mi maestría en las artes de la respiración y el equilibrio es un motocarro.



INGREDIENTES
-La vulnerabilidad de todo.
-La preciosa realidad motora.
-Precio y desprecio mano a mano.



Vamos allá.


Hay refrescos más baratos que el agua que requieren de valor para su consumo, pues en la cultura de la abundancia es mejor no comer que comer jamón malo.

Cuando el dolor se hace intolerable nos quedamos quietos y callados como un rincón oscuro protegido con telarañas, como si viéremos claramente que descosernos a gritos clamando desinjusticia no haría sino empeorar lo que per se no puede empeorar. Mientras nos queden ánimos para gritar o hacer daño el dolor aun es tolerable.

Privado de bienes y techo propios, sin mujer alguna libre entre mis sábanas, sin pensamiento original, con derecho natural a Sanidad que no uso por padecer de hipocondria tipo B y C combinadas, es decir, que solo visitaré al médico forense y hasta resucitaría antes que ir a este como a cualquier otro, lejos de la Base y con la edad que se comporta como una enfermedad, nada puede empeorar.

Que el amigo me diera la espalda, la amiga me retirase la palabra y las hijas me dejaran en adopción son cosas para las que este inútil servidor está preparado.
Encerrar mi cuerpo infinito no está al alcance de nadie, siempre saldré con la fe por delante y los pies por detrás.
Si en un hospital donde se conciben dioses de la última oportunidad, hallaría el umbral a su ateísmo.
Si en una residencia del tercer mundo, la vejez, seguro que me predispondría a un suicidio juvenil, los que mejor se enamoran.
Si en una prisión malhumorada desde los ladrillos, humana e inhumana juntamente, reiría de cuanto se cuece bajo el sol, como cuando uno se siente libre entre los suyos.
Ni bajo esas circunstancias dudaría un momento de la Gracia.

Nos sentimos faltos de algo, y hasta inferiores a veces, si no podemos expresar nuestro amor privado a otro ser mayúsculamente erótico, y en cierta forma estamos en lo cierto, es el intimo menoscabo voluntario que hacemos de nos y del amor.

Hay seres que, habiendo salido de filicidas hogares, en la superficie consideran razonable por un rayo ser violados.

Dos padres parece que pasean inmersos en el presente con una criatura primorosa toda vestidita de blanco.

Va arrancando tan preciosa niña diminutas margaritas porque no tiene otra cosa que hacer en la vida, se nota que es su primera vez, como si hubiese nacido para este momento. Ambos padres, móviles en ristre, se afanan en levantarle la atención de las flores con engaños y reclamos y dirigir su rostro a los objetivos, casi diríase que compiten por ello. De manera que en el futuro podrán revivir un momento que no vivieron.

-De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el instante de la flores.-

Para su consideración:
Si los aspectos enfermizos y altamente dañinos de control, manipulación y egoísmo resumo con la expresión "querer ser Dios", debo tener cuidado con los dones que le estoy aplicando a Dios, pues si en verdad creo que Dios usaría  esos comportamientos, he de asumir que he caido en poder de una insuficiente religión emotiva, ritualista, petitoria y sumamente oportunista, y hasta ansiosa de sus propios frutos.

Y ya me callo, lleno de fe en que esto no sirve para algo más allá de respirar de cierta manera durante un rato.

martes, 8 de abril de 2014

DESAYUNO MOTRIZ DE LA MENTE

(...) volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño.

La última vez que miré a una mujer buscaba la belleza, lo recuerdo porque terminé aquel día morando con dureza en su memoria como la sangre se encostra en una herida.
Todos podemos recordar haber colaborado estrechamente con el dolor en la manufactura de sufrimiento y habernos rebelado después como el ángel caído y vuelto a servirle presionados por los poderes fácticos del miedo a la felicidad. Yo me mantuve fiel a la rebelión haciéndola dueña y señora mía y  bella, y es así como se me apareció la puerta de entrada a la caridad escondida a la vista de todos, cuyo umbral intento y consigo mantener pulcro y despejado desde entonces.
Aclaro algo sobre la caridad y sigo: Por un peculiar atropello filológico (que es una elaborada muestra de la arraigada voluntad de ignorancia y oscuridad del hombre), la palabra Caridad ha venido a ser sinónimo de limosna, y no es casi nunca usada en su sentido original, en el que significa la más alta forma de amor que concebir se pueda; así, quien da limosna cree estar practicandola, aunque no haya entre los dedos de su corazón una pizca de amor hacia el mendigo y por nada del mundo acariciaría sus cicatrices.

Aclarado esto, como una cometa liberada de entre las zarzas, este inútil servidor vuela guiado por la mano maravillada de un niño, tanto o más que inexperta.
De nada sirve la experiencia cuando de la experiencia del amor más alto se trata.


INGREDIENTES
-Levantarte una mañana
-Como un árbol talado chirriando:
-Quien entiende esta maraña.



Vamos allá.



Si no puedes ver es porque no quieres ver; ignorante, en último término, voluntario.

Casi todos buscan e inquieren por métodos, programas y sistemas de liberación y perfección, pero el único secreto es el olvido de sí y amar.
Se aprende a hablar hablando, a saltar saltando, a ser enfermo enfermando, del mismo modo se aprende a amar amando.
Todos los que buscan astutamente un atajo se engañan, ama cada vez más hasta olvidarte de ti y nunca alcanzarás el final del camino.
No se trata del egocéntrico olvido de sí que todos conocemos y tanto hace sufrir, sino de ese olvido de los insultos con que te abajas y que, sacando a la luz tus virtudes y talentos, te hace consciente de todo cuanto te falta, sin exaltarte por los primeros.

"Hijo, en la medida de tus posibilidades, trátate bien (...) No te prives de pasar un buen día" (Si 14,11.14).
Empieza como aprendiz y el poder mismo del amor te hará maestro en el arte.

Siempre ha sido y será más seductor el vergel de la ignorancia, aunque sea que caminemos en él como animales de noria, hay que reconocerlo. Maestros en el arte de brillar nos sumamos a la iluminación del asombroso escenario; el mundo habitado y creado por estas gentes normales es plano, tan aburrido que deben distraer su mente para no darse cuenta con toda clase de pasatiempos, pocas veces intensamente agradables, pero bien a menudo desagradables y angustiosos.

Impermanente, propenso al sufrimiento, carente de sí mismo, ¿qué es?


Que la carne sepa juntarse no tiene mérito, una de las condiciones de la materia es buscarse a sí misma y perpetuarse; pero esa parte nuestra que comparamos con las nubes, o con lo sumergido del iceberg, cuando muestra indiferencia ama y su amor es caridad. Apenas un grado más lo cambia todo.

En una de esas cada vez más largas y confusas tardes de primavera, mientras camino a meditar, todo nuestro orden social se sostiene sobre la ausencia de amor, más temido que la mismísima anarquía.

Como en una tertulia agarrotada de monos en lo profundo del bosque, lejos de no ser la cosa nombrada, las palabras se convierten en monopolistas de la realidad.
Un estéril, involuntario e inconsciente egoísmo se adueña de todo parlante con el aparentemente inofensivo uso de mi, mío y todos sus consecuentes, sátrapas inmisericordes de prácticamente el 100% de nuestras locuciones; bien que esto poco importa a nadie, pues nadie ve en ello una raíz podrida, bien que los humanos somos estómagos abiertos buscando comodidad y no hipotéticas llamas hambrientas de la chispa que las prenda, bien que no somos filósofos, pero el cambio revolucionario va por dentro, en pantuflas, sin arreglar, muy de andar por Dios.

Podría mostrar el estupor y asombro que me sobrecogen comenzando esta proposición con no puede ser que, al constatar que luchador es casi el mejor halago y reconocimiento que se puede hacer a alguien. La admiración me inclina, sin embargo, como a un bambú recién nacido el viento del sur, del lado de los que no lucharon.
Claro que existe un yo ansioso por luchar, Buddha sabía que lo hemos hecho de palabras, pero esto cae en el terreno de Anatta, ausencia de ego, es condición de la tertulia sin final de los monos en la que las palabras que tenían poder quintaesenciadas, a fuer de bastardías, han oscurecido sus significados, resultando que no hay una Realidad Verdadera de Hecho igual para dos seres, así que cada mono escupe su opinión en una gran lucha de adeptos.
Todo esto poco importa ya, lo que importa es el bienestar individual sobre todas las cosas de este mundo y una cierta facilidad para desasociar causas de efectos.
Que la justicia rebajemos a mero instrumento castigador a nadie importa.
No nos engañemos, ya tenemos todas nuestras potencias al descubierto, esto es lo que somos, una sociedad en organizada ausencia de amor, que al fin y al cabo es lo que tenía ganas de decir esta tarde de primavera que no me recuerda ninguna otra.

No amamos la Naturaleza, como si Dios o la Ciencia fuesen a proveer de otro planeta en caso necesario o de claridad a nuestro intelecto en el último momento.

Desamamos el Arte atiborrándonos de cosas sin alma.

Y, desde luego, no amamos al ser humano, despreciamos a los pobres y, según la idiosincrasia de cada nación, a grupos étnicos enteros, y cada vez más, a los que sometidos a indignas condiciones fabrican esos tontos objetos de que nos rodeamos y que suelen pertenecer a ambos grupos.
Lentamente una minoría coactiva como jamás hubo otra se apodera de nuestra moral, nunca tan pocas maneras de pensar tuvieron tanta influencia en la vida de tantos.
Nos inoculan el culto a la iglesia y la religión en vez del sano acercamiento a Dios, el culto al estado en vez del culto a la Naturaleza y el culto a nosotros mismos en vez de al Hombre, sin innecesarias sutilezas.
Como nación nos dirigimos a las demás naciones con tácita y protocolaria falta de amor, al igual que ellas entre sí y para con nosotros.
Armados hasta los dientes, siempre dispuestos a robar y matar en nombre de lo justo y natural; es de común sentir que nuestro amigo ayer puede ser el buitre más audaz hoy si nos tiemblan las piernas y mañana hablar a nuestro favor en las Naciones Unidas.
Muy pocas voces se mantienen firmes ante los incontinentes aluviones de argumentos en defensa de la necesidad de prepararnos para guerrear unos contra otros, además, estas pocas voces son ridiculizadas y tachadas de ingenuas e impracticables sus propuestas, aunque las protegemos y nos protegemos de ellas rodeándolas de auras impenetrables.

Pero la guerra 2.0 no pueden sostenerla sino países de industria mastodonticamente desarrollada, es decir,  febrilmente volcada en la producción, distribución y financiación en masa de cosas sin alma, o a costa del empobrecimiento social, cerrándose así el círculo. Como si en verdad fuese de nuestra naturaleza ser los matones de la clase, tener un arsenal puntero lo justifica todo.
Otros tipos de pueblos, artesanos y no violentos, que aman en sus relaciones sociales, caen bajo nuestra férula cultural sin merecer siquiera un comentario original en el telediario, como si lo estuvieran deseando.

De lo que se colige que las actuales disposiciones de nuestras sociedades eclipsadoras de amor serán paulatinamente peores, a medida que la tecnología se haga progresivamente más eficaz; a modo de ejemplo, el adictivo aislamiento que genera el uso civil de la telefonía móvil avanzada y el sostén financiero que le supone al inmenso campo de su aplicación represiva.

Pero no es Dios quien duerme en la barca que se lleva el río.

sábado, 5 de abril de 2014

SITIOS PARA CENAR CON ENCANTO VI, ORLADO DE ROSA

Una sola Rosa se basta para llenar de rosas el extravagante cenáculo en que un inútil servidor espera, servilleta en ristre, a la fuente honoris causa de toda expiración.
Se falta al respeto quien llega tarde, mas quien no llega a donde alguien espera unilateralmente, sin esperar nada a cambio, es digno de mi soledad.

Voy y vengo una primavera más sin saber donde, como buscando un rastro entre mis huellas que me lleve a donde se forjan las almas con goteras.


INGREDIENTES
-Un encuentro casual.
-Un recuerdo causal.
-El sonido de una desnudez en habitación contigua.


Vamos allá.

Ahí tenemos la luz corrida al rojo a su temperatura ideal, con los párpados afinados dice de donde viene, de qué estrella es embajada y cuanto frío solitario se pasa en las estepas siderales.
Le pregunto en un abrir y cerrar de ojos si su destino soy yo o este cenáculo florido, o este planeta, o esta galaxia al menos y se sonríe en mis brazos.

Da lo mismo que me proteja del silencio, aunque quisiera no lo podría penetrar, me resulta indescifrable como el sonido del campanario sacudido por un terremoto.
Ahí lo tenemos, el ruido callado, como una bailarina que aguantando la respiración marchare de gira por todos los escenarios abisales de mi ignorancia, mater dolorossa fertilisima.

Ahí tenemos el olor invitando a la fuerza a un sorbito a todos mis corazones, olor a tahona vieja que evoca en mis oídos salvajes palabras reventonas de amor. Solo este entre los miles me abre de par en par la hambre, solo este olor entre todos al galope alcanza a mis caballos de los desiertos.
Detrás de un solo olor el sabueso abandonaría el Jardín de las 1.000 Fragancias Francesas y hasta se haría espíritu santo.

La piel, ahí está la piel, el beso inguinal hecho trémulo suspiro, la mejilla que se roza con un dedo que ha rozado unos labios que han rozado la humedad primal; como cuando en un espejo escribes con el dedo un te quiero que solo puede leerse si el vapor empaña el cristal y el perfecto arco pélvico se irisa en deseo.
Tacto, contacto, que vuelve a sus oscuras maravillas.

Y el sabor a hierba alucinógena de su lengua, ahí lo tenemos; una brizna en mi lengua es una droga sentimental, un orgasmo vegetal y una regadera de saliva derramada en un segundo, una deshidratación sexual.

Ahí está también el intelecto, se acaba de elevar como el globo de gas que se le escapa al niño del que se despide a lágrima viva.

Ya estamos todos, puede empezar el ayuno.

sábado, 29 de marzo de 2014

DESFERMENTACIÓN DE UN HOMBRE

Nada ni nadie quiso que caminara sin madre y llegara tarde al tributo a la Diosa de los Amores.
¿Qué es esto que llega hoy?
Un hombre.
¿Qué es un hombre?
 En general, una esponja de amor; en particular, con mucha imaginación, el triunfo en la revuelta del abandono levantisco.

Una aspiración superior necesité, como el don de la palabra porta consigo desde el principio el lujo exacto del canto y la carne se acompaña de la danza; o como la conciencia de nuestra muerte hace del reloj el objeto más fabricado en el cielo como en la tierra.

En los antiguos reinos persas anteriores al imperio, los reyes eran enterrados con las tablas de las leyes dictadas en vida y se decretaba un luto riguroso que duraba un ciclo lunar, de esta manera no era delito transgredir un día lo que el anterior estaba prohibido.
Las leyes sin autoría, tan antiguas que no estaban escritas, como la de no matar semejantes, se mantenían vigentes.
Este tiempo era el plazo que tenía el nuevo monarca para redactar su código de leyes y, si, como solía suceder, los herederos en disputa ya lo tenían adelantado, no se aplicaba hasta transcurrido el luto; permitiendo una tregua de inconmensurable valor a los súbditos en la que podían manifestar en voz alta su disgusto sin temor a represalias.
Al contrario de lo que podría pensarse, esta libertad de expresión de lo que estaba mal y podía mejorar no germinaba nunca una revolución, antes bien, transcurrido el duelo, todos callaban y convenían hasta la siguiente muerte real.
Podía ocurrir que en lugares apartados de todo camino no tuvieran noticia de la muerte del rey hasta que llegaba un juez a condenar a los que hacían cosas que ayer estaban bien vistas, rezaban a dioses abolidos o pagaban en monedas de oro fuera de curso. Estos si que se alzaban en armas cada dos por tres.

Cada siglo que pasa, más abstrusas las concepciones que nos vamos haciendo del hombre y de su espíritu; hace muchos años descubrí que los laberintos de cristal se atraviesan mirando el suelo.

¿Se debe dar la bienvenida al corredor de la muerte al acusado que se abstuvo de defensa?

No me imagino a Polifemo vendiendo entradas para su próximo concierto, ni a Nietzsche haciendo cola en Doña Manolita, ni a Sócrates anunciando sus talleres de autonomía emocional, ni, ya puestos, tampoco a Cristo contratando el mejor bufete.



INGREDIENTES
- Estar más guapo callado.
- El abismo que se abre entre ver las cosas desde lejos y desde cerca.
-



Vamos allá.


El mundo, espiritualmente hablando, es un lugar realmente peligroso.

Todo nos dice desde que nacemos que la carne está del otro lado del espíritu, que no se pueden juntar o que en verdad no existe el último; que lo que se toca, ve, oye,  huele o mide no participa de lo que nada de esto cumple, pues solo es una cuestión de tiempo el desarrollo del artilugio de aumento con el que alcanzaremos a ver lo que ahora no vemos, negando paulatinamente a cada época su imaginario sin solución de continuidad en el tiempo.

Ya he oído que el amor es una secreción electroquímica a punto de ser localizada y no un estado elevado del alma, y que a no mucho podrán inducirnos abscesos de amor temporales.

También he oído que si las crónicas de milagros contemporáneos de toda índole fuesen impresas no sobreviviría un solo bosque a las necesidades de papel, convertido dios en una especie de chapuzas que va apañando su negligencia con fervorosos parches.

Por otro lado, por si eramos pocos parió la abuela, abiertas la puertas de la energía, cualquier espabilado canaliza una, resultando que las astrologías, los milagrismos, la adivinación y el curanderismo no han conocido mejor siglo.

Un lugar realmente peligroso, como ya dije.

Cada paso adelante es un paso atrás reciclado.
Es evidente que en ciertas dimensiones, sobresalientes a la hora de esperar su oportunidad, la herencia lo es todo, imponiéndose sobre el divino juicio con autoridad y suficiencia. Pero, según suavizamos por la atención su credibilidad, mengua su poder como una fotografía antigua de nosotros mismos con la que compartimos solamente la ignorancia mutua que nos tenemos, pareciéndome que de la imagen solo conozco su nombre de ayer.

De mi piel puedo aislar el síndrome de Rilke, que otros llaman de Stendhal, como si nacer fuera entrar por la puerta grande al Prado y morir tiritando de sala en sala.
Hay tanta belleza en lo que no es bello, en un enfermo, un anciano o un cadáver, como en una flor que se cae o en el cuento de la manzana de Newton.


A veces me parece que el mundo se retira como un mar en horas bajas, como una Rosa en la bruma, pero es ilusión, como la expiración del deseo que todo lo puede, se va, pero volverá a tomar aire apropiandose de paso de mi fortaleza.


Pero un día me hago viejo de repente y la pasión que me embarga es más poderosa que las que arrastran a los jóvenes, la más verdadera de cuantas me he cruzado, una pasión que se complace en crear sustitutos signos de interrogación para las cosas ciertas y novenas sinfonías tan alegres como el recuerdo infantil de correr atravesando la cocina hasta el regazo vientre de la amantísima madre, o como si volviese a la tierra tras un largo y solitario viaje espacial a ninguna parte.
Una mañana cualquiera me levanto un paso más allá del 4º movimiento y dejo al sol que me salude a manos llenas.
Como si de una materia de densidad inalcanzable estuviera conformado, la gracia no puede abandonarme, así como la luz es incapaz del último empujoncito que la salve del agujero negro.

Así que ya sabemos que no hay donde ir, como si de repente alguien pudiera decir: Hágase la luz.

Pero no salgo de la oscuridad amenazado de muerte, sino como el niño que ya no cabe en la cuna.





martes, 25 de marzo de 2014

MISTICIDIO

"Dios no es bueno, yo soy bueno."

Tan extrañamente transparente que si no prestase mucha atención lo atravesaría sin verlo ni sentirlo, tan impenetrable que lo nombro sin saber siquiera si existe: Amor.

Si amo no necesito ser amado, una estación desconocida que no sucede naturalmente a una anterior, como un corazón roto no parece haber salido de uno enamorado.

Solo hay un requisito a cumplir, el deseo de iluminar lo que está oscuro sin velar lo que de por sí es luminoso.
Ella y yo tenemos que ser lo mismo, y no es un plan mayestático, es un reconocimiento a nuestra relación de cambio.
Todas sus biografías son inventadas, y las mías, cuentos de pequeños animales extinguidos.

El pulmón no es el aire, ni el oxígeno necesario para la vida, somos nosotros los necesarios al sentido de todas las pequeñas cosas en este espléndido planeta.
Ella, como el oxígeno, sin mi no es ni un gas noble y viceversa, y es en ese no ser cosa donde encuentro el consuelo, que no la cura, a la resignación a la consciencia.
Carece de campo de referencia y expresión el empeño en seguir alejándome de los campos trillados del conocimiento, desubicando efectos de sus causas aparentes, como si la gravedad crease la materia y no al revés.
Habiendo nacido en la tierra uno quisiera ser enterrado para no haber nacido en balde, pero no he ganado lo que llamamos dinero.
¿Que derecho iba a tener yo a sentirme parte del progreso si lo primero que hice fue correr todo lo que pude en pos de mi óvulo y protegerme a la vez de todo espermatozoide menos de uno?
Además, estoy seguro de que, si hubiese llegado cualquier otro, a día de hoy también diría que es yo, como si primero fuese la conciencia y luego un cuerpo cualquiera.


INGREDIENTES
-Parecerse a lo que a nada se parece.
-Como agua entre los dedos.
-La linea más corta entre dos puntos: el uno.



Vamos allá.

No tengo a qué referirme, nada de lo que conozco me vale, la marcha al Valle del Traspiés a nada se parece.

Me acerqué buscando inspiración a la Marcha de la Dignidad.

¡Cuánto afean las banderas desde siempre la dignidad!, nadie es digno sometido a una bandera, ¡ea!.
Lo que dicen cuando dicen que no convoca organización alguna es que convocan todas; es tan estruendosa que nada, con los ojos cerrados, me indica que no es cualquier otro día laboral o festivo.

No hay parecido alguno, el mayor espectáculo del mundo en el Valle es ver hacer una casa de la nada, allí no hay raíces tan superficiales que echen a volar detrás de los gritos. Amor es silencioso.
No es un valle para el reposo cándido, se requiere un empuje concentrado. no para transcender las palabras, los símbolos o las banderas, sino para extraer su efecto con limpieza.
Causa, reposo y efecto.
Quien desobedece no lucha.
No es un valle antiguo, lo que pasa es que no tiene eco.

Dejaré que me acompañen temporalmente la flores que como viejos encorvados con maleta me salgan al paso. Las aves que no tuvieran suerte en su camino tendrán derecho a pedir una pregunta en el Valle.
Todo irá bien porque todo sigue cambiando.
Como un yoga de la imperfección.

jueves, 20 de marzo de 2014

CUIDANDO CON DIGNIDAD DEL SIGLO PASADO

Como brillantes fractales veo a los hombres.
Todos únicos a su entender, pero iguales en tanto que sin uno de ellos la figura de difícil geometría queda incompleta, como una Venus esculpida y mutilada o una Odisea poco a poco usada para encender fuegos de primera necesidad.

A mi también me han señalado con un dedo en el pecho y al dirigir la vista al punto señalado, con ese mismo dedo me han dado bajo la nariz; más allá de aprender a burlar el engaño manteniendo la vista indiferente al reclamo, he colegido que la realidad de uno apenas tiene reflejo en la conciencia de otro.

Aquí están esperando para ser cuidadas las noches en blanco de otra manera, me acerco a la niñez de un anciano herido por las guerras africanas de sus mayores, que jugó en el patio de una civil mientras masticaba a dos carrillos el año del hambre.

Bienvenidos a los cuidados del siglo pasado, ya veremos si deducimos o inducimos algo más general, por lo pronto, si no es aquí, donde, si no es ahora, cuando, si no soy yo, quien.


INGREDIENTES
- La hiperrealidad del pasado.
- La inmovilidad del presente.
- El culo inquieto del futuro.


Vamos allá.


Buenos días Jonás, ¿descansaste?

Dormir, tal vez soñar, es un sueño más.
Los ruidos todos, que a lo mejor son del apocalipsis, de la ciudad despertando al frenesí acostumbrado cambian a ratos de bando, tan pronto tocan para el anciano un triste vivace como me dirigen un sostenuto vaticinio de vejez.

Es el cuarto día de la primavera de los almendros, lejos aun de la conjunción astronómica del universo del que nos alejamos a velocidad vertiginosa, habida cuenta de que vemos alejarse de nosotros todos los cuerpos celestes.
El amor cambia el paisaje con más vocación que la luz, por amor pueden desobedecerse las leyes naturales conocidas, si Dios es todopoderoso puede no perdonar, digo yo.
Por amor tuve hijas tanto como pude no tenerlas

¿Qué quieres desayunar, Jonás?

Los hijos tienen suerte si tienen cosas que hacer en vez de ver en el padre la suerte del universo entero, big bang, expansión y compresión. Nadie es profeta en su tierra y nuestra tierra es toda la tierra, nuestros hijos también son la tierra, y nuestros padres.
Es más fácil ver muertos que ver morir.
Con los años se acrece nuestro particular index, algunos lo contenemos mientras somos fuertes  pero a no ser que, olvidando lo pasado innecesario, nos hagamos amantes, puros de corazón y pobres de espíritu, sustituiremos lo olvidado con lo prohibido en nuestra senectud.

Hablar cara a cara con el dolor es como torturar a un torturador, es la senda de la ascesis.

Uno quisiera conocer la palabra que lo liberase, pero no puede, solo el espíritu, el mismo para todos, dice cuando, donde y en quien entrará en estado de desprendimiento, compasión y humildad.
Eso es un hecho aunque no sepamos como funciona, del que tampoco hay mucho más que hablar, se realiza en uno o no.
Uno se alegra de ser útil.

Seguro que se sabe algún poema o canción de memoria, Jonás.

Padre nuestro, si mi delito es el amor,
¿para qué me has encendido (bis)
de este modo el corazón?

Me llaman del banco ofreciéndome un seguro de decesos, la bien enseñada vendedora evita pronunciar la palabra muerte; aunque todos sabemos que la palabra no es la cosa, no pudiendo alcanzar la realidad por un pelo, nos agarramos a ellas. Que ya engroso la lista de los que están en flor para la muerte vino a decir.
Hay tanta serenidad en esta contemplación, no en mi manera de mirar, sino en su manera de dejarse ver, que me desmigo sin querer.
Hay tanta serenidad en el sinsentido de la bondad...

Tras la muerte a  mis tres o cuatro años de mi madre, dejé de hacer algunas cosas que me enseñó con amor, deje de no mearme en la cama y estuve un buen tiempo callado, mohíno que decía mi abuela, juntando en mis adentros palabras que explotaban como cuando en el laboratorio chocas un ácido con una base. Privado de madre no tenía por qué respetar nada, ni las palabras, y por eso dejé de pronunciarlas hasta que experimentados los métodos para cambiarme de zurdo a diestro temí que me los aplicasen para devolverme el habla.

La efervescente también la tiene que tomar, Jonás.

Dije en alto que soñé a otra dimensión el salto, a una vida completa en universo paralelo, pero dije mal, no era sueño, sino la sola, perduta y abbandonata realidad, ni era paralelo sino contiguo.

Desensibilizarse de los malos hombres, sobreexponerse  al estímulo para crear una nueva impronta en el alma. Que golpes, desprecios y abandonos solo sean en adelante una distracción más en el camino y no un barrote, un pajarillo y no un bisonte.

Si para algo se desarman y vuelven a armar relojes estropeados es para arreglarlos y ponerlos en la hora buena sin retraso ni anticipo y no para pararlos en la hora de la muerte ni en la del día más feliz que recordemos.



Solo por nacer ya somos del fractal prototraumático.
Algunos más dotados que yo yacerán al final tristes por no haber llegado a entender el universo, por no haberse adentrado en el secreto puro hasta que no se les hubiera podido sacar y en su cálida orilla haberse bañado desnudos como hormigas.
Ese yacer triste de quien al menos sabe lo que se perdió.
La experiencia se impone como la llaga por encima de los sabores al masticar. Yo yaceré alegre, me tumbaré a dormir para siempre como el siglo de más guerras creyendo que sé lo que no sé, diciendo que puedo enseñar a modo de consuelo, pero callado a la hora de la verdad.
En el fondo sé que la mirada redonda y abierta de un joven me da mil vueltas, él vuelve a empezar y yo otra vez terminando.

Vaya aseándose mientras yo hago la cama, Jonás.

Amén es una palabra de despilfarro, un tirar la casa por la ventana de una vez.

Por una parte me gustaría ser quien firmase la última sentencia de muerte del mundo, así sea, a quien mirasen con desprecio todos los muertos antes de tiempo y sus familiares y los hombres de buena voluntad, pero por otra parte quiero alejarme del sueño de los hombres, solo soy un niño que de dormir tiene miedo, pero no sé estar despierto.

Mis piernas ya no pernean como cuando a un niño le quitan el pañal ni mis manos hacen cruces antes de empezar a caminar.
De mis ojos ya no espero nada y a mis luz y oscuridad me encomiendo.
Habiendo comido de todo un poco, me iré sin probar el alimento que me vio nacer, Dios.

Como secuela de haber visto mayear los prados este novedoso síndrome del náufrago, almaceno y almaceno alimentos para que nadie nunca más vuelva a pasar hambre.

Mis cenizas extenderían gozosas sus alas si hubiese un mar que cruzar.

La mejor terapia para quien más cuidados necesita es cuidar de alguien menos necesitado, cuidando del siglo pasado eyaculo en el alud de mis futuros días, sin olvidar que solo un viejo puede ver la luz de la muerte en los ojos de otro y yo la veo. Quien no cuidaría a quien se va a morir.
No me asombra la naturalidad con la que un siglo mortuorio da paso a otro apocalíptico: nada nuevo bajo el sol, cada generación crea su tanatología erótica, pero esta vez hemos ido demasiado lejos, la manera pensativa de ser hombre hemos desterrado después de conocida.
Se mató con mucho esfuerzo a un dios que tenía que morir en el corazón de los hombres para su salvación, pero ha vuelto, los trabajos de amor de su entierro podemos dar por perdidos; vuelve el intervencionista dios que juega a los dados y además hace trampas a amasar fortuna de creyentes.

Me lié, Jonás, me lié, vine a cuidarle y terminé cocinando por los arrabales de un siglo inigualable.

miércoles, 12 de marzo de 2014

ESTE AÑO AYER CAE EN MARZO

Hoy me he despertado como si fuera 11 de marzo.

Como si ayer hubiese conocido a la mujer que podría amar toda la vida y hoy supiese que no la voy a volver a ver nunca más.

Me he despertado como si fuera ayer.

Me apena la vulgaridad pública de nuestros políticos y la impúdica de un célibe poniendo condiciones al perdón, como quien dando limosna exigiese los intereses de su inversión. Me entristece porque la estupidez es la moneda corriente en sus pequeños y limitados reinos y nosotros, como si de billetes falsos que callesen en nuestra mano se tratase, pese a no haberlos acuñado, los hacemos correr.



INGREDIENTES
-Luces y sombras.
-Ambulancias en sínodo por nuestras venas.
-Hora de punta.



Vamos allá.


 Estoy en el paredón, hombres grisáceos que florecen como almendros si aprietan el gatillo me apuntan con sus metralletas de bofetadas.
Cumplen órdenes con la mirada, por eso miran con odio.

Hay banderas con crespones muy negros buscando a quien manipular, y hay quien se arrodilla antes de empezar, miradas por los suelos, velas, los que no saben qué hacer lloran y los demás lloran.
Ni una gota de barbarismo, seres humanos en todos los bandos.
Bajo un cartel de la película "Adiós a la Reina", la Reina es la violencia. Ya está instalado su besamanos.
Los mismos símbolos pueden matar y consolar, lunas, flores,..., pero hay que preguntar a una niña si uno quiere saber lo que significa alzar una rosa.

Los mayores lo mismo llevan una rosa con cuyas espinas te apuntan que una estola sobre un traje de camuflaje de campaña.
Los que matan siempre llevan una bandera escondida en algún sitio, y los muertos no son asesinados por lo que son, ni por lo que representan, sino por donde están.
Culpables de lugar, habituados, como todos nosotros, a que los fines de los que gobiernan justifiquen los sacrificios entre nosotros. Y hoy, llevados al absurdo los medios de los que se valieron, nos devuelven a lágrima viva el latigazo.

Me he levantado como si Dios andara detrás de todo esto.

A mi no me ha pasado, pero he oído historias de lo que hacen los garbanzos en una olla express mal manipulada y los átomos de hidrógeno en una bien manipulada.

Si los bosques que parecen contener fantasmas entre sus sombras en las estaciones pálidas en las que el sol apenas es una o de plata guardaran tantos secretos como los estados, ha tiempo que estarían todos calcinados.

Voy a ver como son los homenajes oficiales, los que se hacen lejos de los objetos que quedaron en los cuartos deshabitados de los que murieron, las lágrimas verdaderas ya las he visto, voy a ver las políticamente correctas.
Se pueden hacer fotos porque han venido guapos, la ocasión lo merece.

De primeras, ya de lejos, así como se oye el ensayo de una música que quiere ser más triste de lo que parece pero no se atreve, como si le diere vergüenza estar allí, se ve ondear con majestad una bandera mecida por un alegre aire primaveral ajeno a todo. Ya sabemos qué idioma se habla.

La memoria siempre está muerta, recordar no es mantener con vida, pero en ocasiones como esta la llaman memoria viva  y no sé decir qué quieren significar con esa expresión, ojalá lo supiera.
¿Que no olvidamos, que siguen vivos, que nunca sabremos lo qué no supimos entonces?

Un árbol puntiagudo por cada una de las víctimas bordean el sendero que sube al cerrillo, 28 nacionalidades y una sola bandera.

Para el buzón de sugerencias de los organizadores:
Pongan 28 o no pongan ninguna, que insultante inclinación tienen Vds. por los recortes, seguro que sus embajadas las hubieran cedido gratis.

Conversaciones intranscendentes y, algunas, chabacanas entre los asistentes.
Nadie dice que siempre que se le muere un hijo le entra hambre.

Se distinguen tres clases de uniformes, el de periodista aburrido, el de traje con corbata negra que no sé qué lleva dentro y el de voluntario con chaleco amarillo.
El ensayo de los músicos se acelera un poco y ruego, en vista de que empiezan a movérseme los pies, que pare, no vaya a terminar bailando o empezar a bailar, y me da un poco de vergüenza, luego me entra la risa. Voy a tener que alejarme un poco.

Es bastante chocante observar que todo lo que puede hacerse, se puede hacer con amor, esperar, el pan, mirar, bailar; pero matar no, ni a nuestros héroes en las batallas les reconozco amor a la patria, hicieron lo que tenían que hacer, ya conquistasen o repeliesen una invasión, pero ni de lejos lo que había que hacer.
Si se lo reconociese a los nuestros tendría que reconocerselo a todos.

Si actos con esta carga atómica trajesen al Retiro a alguien que no lo frecuenta, no sería mal fin.

Y entonces la veo, una cabellera rebelde recogida, dejando ver parte del manantial donde nace el cuello, me mira fijamente, se gira un poco, un ligero escorzo, y me enamoro.
Supongo que es una cuestión de grado, la muerte de un hijo da hambre y la de unos desconocidos, ganas de amar.

A los 14 años estaba en la calle sin casa a la que volver de noche, morí a esa edad y aun no sé de qué me entraron ganas.