sábado, 19 de octubre de 2013

DIEZ VINOS (POSIBLES) PARA LA ALEGRÍA DE CORAZÓN

Hace ya tiempo, siendo mis hijas dos chiquillas, nos perdimos en un bosque. Tácitamente yo era el guía que mirando piedrecitas, flores y animalillos se había desorientado, aunque mejor debiera decir asordado. Todas las voces que hacían de nuestro paseo una visita guiada dejé de oír. Tras unos minutos de desconcierto privado y su conato de temor, confiado en que mi reserva de calor daría para una noche para los tres, firme y decidido seguí un rumbo desconocido sin dejar de apreciar florecillas, animalitos y piedras.
Ni la dirección del agua, ni el musgo, ni el arco de las sombras, ni siquiera mis propias huellas era capaz de interpretar.
Las niñas, mientras, dictaban divertidas su testamento .
Quien salió de aquel bosque soy yo, es verdad.
Quien salió de aquel bosque no soy yo, es verdad.

INGREDIENTES
- Papilas gustativas.
- El ingenioso sacacorchos.
- Una copa de cristal de constancia.


Vamos allá.

Escribió Benedetti que un hombre es un hombre triste, y daremos por bueno que el vocablo hombre abarca sin duda al conjunto de mujeres y hombres.
Metidos en poética de disección no puedo estar más de acuerdo, pero en certeza razonable de que el todo es más que una de sus partes y que la suma de todas ellas, no puedo estar más en desacuerdo. En términos relativos, es decir horizontales, es cierto, en absolutos, verticales, no tanto, lo cual no le resta ni belleza ni desazón, muy al contrario le aporta un aire de manifiesto de la tierra.

Voy a rebatir como cardiólogo, en el sentido que utilizamos la palabra psicólogo, las diez razones, posibles, para la tristeza de pensamiento con diez razones que se comportan como el buen vino, espiritoso si comedido.

- Si la duda es indudable, si la verdad es inaprensible pese a los saltos de la mística sobre los usos verbales, ¿en que oscuros y viscerales razonamientos cimentamos las verdades inamovibles  de un orden social inicuo?, ¿Qué falsos mecanismos nos convencen de que Pilatos Burlón es nuestro paradigma, que no hay verdad más allá de su burlona pregunta: ¿Qué es la verdad?, actuando como nudo corredizo en nuestra garganta?

Es indudable que podemos dudar (sanctum dubium), dudar es cambiar el mundo, ergo es indudable que podemos cambiar el mundo.

Primer vino (posible) para la alegría de corazón.

- El pensamiento es indomable como los vientos escuchados de debajo de la tierra. Todo esfuerzo y aprendizaje, al cabo, no van más allá de poner unos pocos pensamientos en fila india en un patio de colegio.
Lo que es indomable es libre, como la caída libre que aunque no deja de ser caída es libre.
Sin caer en tentación de incluir entre los libres a los perezosos funcionales de pensamiento, pues no es la pereza caída sino quebranto de la fidelidad a la especie.

Atrévete a celebrar tu humanidad, piensa.
 Entre amar y no amar no hay nada que pensar.

Segundo vino (posible) para la alegría de corazón.

- Degustar un buen vino conlleva la ineludible cuestión de qué me lleva al sincero convencimiento de que soy yo quien degusta y no otro, un hermano mio por ejemplo.
Toda sensación posible que las papilas transcriben para el cerebro son viejas, sean  de agrado, desagrado o de las incontables intermedias, es decir, ya han sido usadas en numerosísimas ocasiones; cualquier pensamiento salido de uno  bajo todo estímulo no tiene visos de ser particular.
Cuantas veces nos topamos en algún libro o conversación con un pensamiento que creíamos nuestro por entero.
El pensamiento es un magma subterráneo del que se nutre todo volcán.
La propiedad intelectual es de lo más embarazoso en el historial del ser humano.

Tercer vino (posible) para la alegría de corazón.

- Los globos sonda terminan perdidos en las alturas, en algún momento sus referencias son tan elevadas que dejan de ser útiles.
Nos debemos a la referencia, a un sistema coordenado válido para todos.
Cuando el hombre dispuso de astrolabio abrió los mares.
Nunca se ha navegado por intuición aunque ésta haya sido en origen el estímulo para toda aventura marítima.
Si volamos es con respecto a algo, aquellos que creen liberarse de toda referencia son como cometas sueltas, realmente plásticas mientras las corrientes de aire las sostienen, pero  abocadas a caer en tierra sin nada digno que llevarse a la boca para contarlo.

Incluso Jesucristo referenció en la ley mosaica lo que hasta entonces dentro de ella era inconcebible.

Cuarto vino (posible) para la alegría de corazón.

- El pensamiento es derrochador, antiecológico en algún aspecto, no para quieto un momento ni durante el sueño ni durante la meditación más prolongada y contemplativa.
Entre su presumible consumo de energía y sus frutos hay un desequilibrio que rayaría el descalabro de recursos si de cualquier otra materia prima se tratara.
Si tanto siglo pensando no solo no lo han mermado, sino que más aun lo han ampliado, se ha de concluir que es eterno e infinito.

Y solo a una cosa puedo aplicar esa esencia.

Quinto vino (posible) para la alegría de corazón.

- Aunque en verso, declaró Baudelaire que el mayor ardid del diablo es hacernos creer que no existe.
Sin caer en teorías de conspiración pero rozando la de la supervivencia de la especie, se nos ha  convencido de que el pensamiento es otro que la acción, que uno llevará al otro o el otro seguirá al uno, podrán ser simultáneos, solaparse casi invisiblemente, pero siempre habrá una fisura por la que se cuele el polvo.
Es un ardid, tan seguro como que alguna vez he sido yo.
No estoy subscribiendo con los falsos maestros que pensar en lo que deseamos vaya a procurarnos lo deseado, mantengo que podemos cambiar de vida.

Sexto vino (posible) para la alegría de corazón

- Mirar por la ventana es un arte, mirar por el espejo también.
Delimitada por sus tamaños parecen contener solo una pequeña parte del vasto horizonte, del ojo de buey a la última planta de un rascacielos de cristal, de un espejo de mano a la pupila de otro ser.
Una especie de límite físico parece imponerse en lo espiritual.
Cada mínimo detalle contenido en el marco o en el espejo naufraga en mares bravíos de pensamientos, cada imperfección del espejo o cada rayadura en el cristal nos seducen sin remedio.

Séptimo vino (posible) para la alegría de corazón.

- No está escrito: Por sus pensamientos les conoceréis.
No se pueden equiparar pensamientos y frutos, a éstos se accede de manera directa, sin intermediarios ni restricciones, cualquiera cuando quiera puede comer de los frutos, no así los pensares, a éstos se los conoce por traducción, es decir por versión. Desconocimiento integro del otro imposible que antes que a la soledad conduce al interminable asombro que es todo ser.
 La traducción simultánea que hacemos de nosotros mismos es cambiante en función de las habilidades que se adquieren y pierden.
Así pues, nunca competirá en igualdad con sus propios frutos el perfecto desconocido que los demás, incluidos nosotros para ellos, son.
Nada es más perfecto que lo desconocido, luego una vez salvado el escalón del miedo no ganaremos para sorpresas.

Octavo vino (posible) para la alegría de corazón.

- Pocas veces pero alguna, con la salvedad de los cuánticos, las observaciones de los físicos pueden extrapolarse de su disciplina a nuestras vidas.
Uno de ellos de brillante prestigio dijo que las teorías falsas ni siquiera están equivocadas.
Creo que es un buen andamio.
Solo un pensamiento entre millones, válganos la analogía con el espermatozoide fecundador, alcanzará la excelencia.
Reconoció Einstein que solo tuvo dos pensamientos originales en toda su vida, y que aun de estos era dudosa su autoría pues nada le aseguraba  que no se le hubieran pasado por alto  a alguien antes que a él.
La mayoría debemos conformarnos si acaso con rozar alguno de estos excelentes antes de que se diluya en la inmediatez y banalidad del siguiente.

Nuestro corazón no es falso ya que puede estar equivocado.

Noveno vino (posible) para la alegría de corazón.

- Cada siglo tiene sus modismos lingüísticos.
El del nuestro es repensar; repensar al hombre, la ética, la vida, la paz, Auswitch,...etc...
Puede que repensar quiera decir pensar novedosamente o regresar a lo ya  pensado, sea como sea, es nuestro modismo.
Aunque es de todos sabido, y debiera haberlo refrescado antes, lo añado ahora, tras cada pensamiento hay un sentimiento precedido a su vez de una emoción.
Si la emoción es de asombro y redención el pensamiento tenderá a abrir caminos, si es de resignación volverá a donde ha salido sin pena ni gloria.

El hombre es un hombre asombrado, afirmación cierta en dimensión horizontal y vertical.

Décimo y último vino (posible) para la alegría de corazón.



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