jueves, 12 de diciembre de 2013

HOY COMEMOS NIÑOS


Si fuera tan fácil como no llevar reloj, ningún niño del mundo lo sería.
No hace aun 200 años propuso Jonathan Swift comer niños irlandeses en respuesta al cinismo de la sociedad de su época, el abandono en la extrema pobreza y la orfandad que proliferaba por las calles de Irlanda.
Hoy el cinismo ha dejado paso a técnicas muy elaboradas de aprovechamiento de recursos humanos; hay una floreciente industria detrás de las enormes granjas de niños en precario, que así se llaman ahora, que garantiza la crianza lenta con hambre y ya posee unas cuantas denominaciones de origen, hasta se ofertan productos para los paladares más exigentes que garantizan que nunca han llevado calzado.
Las empresas del sector ya cotizan en bolsa con un rendimiento mayor que las puntocom en su día, su éxito está asegurado siempre que mantengan los estándares de calidad a los que nos han acostumbrado, pues todos miran para otro lado. Se ha extendido el rumor de que detrás de los productos "Hoy comemos niños " hay una ONG salvífica y benefactora con un slogan inmejorable, que, como podéis imaginar, recibió enseguida un aluvión de pingües donaciones que hubo que administrar creando la tal ONG que antes de fundarse ya daba enormes beneficios.


INGREDIENTES

- Un abismo inescrutable entre causas y efectos.
- Ensimismamiento, mucho ensimismamiento.
- Una sombra entre las cejas del destino de tus hijos si cayeran en precario.


Vamos allá.

Nunca estaremos en situación tan extrema de ignorancia que no podamos distinguir la manera tan curiosa que tienen de mezclarse agua y aceite.
Si aceptamos que espíritu y materia no se mezclan, no podemos hacer excepciones, pues caeríamos en el relativismo subjetivo tan en boga hoy en día, pues dependiendo de como concibamos  la excepción erigiremos templos o realizaremos compras masivas de miembros para mutilados, argumentando en cada caso que son fruto del espíritu y la materia actuando juntamente; además, cada Hombre concebiría de manera distinta a todos las demás la manera en que se juntan, luego, no podríamos aceptar que espíritu y materia no se mezclan si las excepciones se contaran por millones.
Si no podemos hacer excepciones, "Bienaventurado el dinero que ayuda a los demás" es lo que tiene que ser y no una manera de manejar el dinero sin ensuciarnos las manos.
El dinero que da beneficios es útil y ayuda a unos cuantos, pero acarrea un mal letal, hace insaciables a los beneficiados, en cambio, el dinero que ayuda a los demás no sabe perpetuarse, siempre se agota, siendo esta su debilidad mortal. No obstante, ambas tienen sus ventajas, la primera conlleva una industria saciadora de tantos variopintos apetitos como se puedan imaginar que ha centuplicado el bienestar, la segunda muestra que el poderoso caballero pierde los papeles si sonríe.
Un traspiés que he dado en los juicios de valor, confío en que sabréis disculparme, ya retomo.

Cuando me enseñaban a sumar creí que era un aprendiz de brujo. La alquimia sin absurdos que los números ofrecían limpiamente me fascinaba. Podía mezclar a capricho todo tipo de números y ninguna mezcla era más extraña que otra.
Las palabras tenían limites que los números se saltaban, así que durante un tiempo me dediqué en exclusiva a expresar el mundo en números, ni que decir tiene que fracasé en cuanto me topé con la primera metáfora de números, aunque tardé en darme cuenta. Sin olvidar que había un cierto tufillo policial en todas las operaciones, como si de entrada estuviera prohibido coger dos galletas, en último término, a cambio de sentido los números exigían exclusividad.
Abandonados los números descubrí la cirugía de la música y quise doctorarme, pero era como morderse las uñas hasta la carne, no había doctoración posible, la música te atrapa hasta que olvidas que es un vehículo para bailar. Cuando creemos que algo trasciende lo que es tendemos a idolatrarlo, convirtiendo en fin lo que es un medio, de manera que durante un tiempo pretendí que la música era la salvación de la humanidad, pero aunque Bach y los suyos repetían, la contemplación desdijo. Siempre me ha fascinado la capacidad humana de corromper hasta lo más santo
Regresé a descansar un tiempo a casa de mi madre, la poesía, pero aquella casa ya no era la de mi infancia, se había convertido en un orfanato al que acudían los padres desesperados a cambiar sus hijos, así que ya no cambiaba a las personas la poesía sino que se cambiaba de personas bajo su tutela.
A partir de entonces di tumbos, desesperado de hallar reposo y consuelo a mis días, más de mil vueltas a la noria terminé hasta que una mañana, antes de que me diera por pensar en la siguiente mañana, salí a pasear como saldría un sol de siete días hambriento. Las temperaturas de casi invierno me habían metido las manos en el rincón más calentito de los bolsillos y me apresuraba por cruzar el autódromo en que se ha convertido la ciudad en dirección a un parque cercano. Nada más entrar al parque, sobre un banco olvidados cuidadósamente colocados atrajeron mi atención un buen par de guantes blancos. Tribulé unos segundos mirando en todas direcciones y me los puse. Andaba aun acomodándomelos cuando una sombra de reojo me alertó, el dueño de los guantes, pensé, pero al levantar la vista lo que nada en el mundo ha superado en belleza vi. Ante mi, descalza porque así baila mejor, fijamente me miraba como miran las mujeres enamoradas el ser más hermoso sobre la tierra, como si desde siempre fuese mi compañera me miraba.
Vi brillar mi vida estrenando cada mañana  ojos para ella. Una torre de Babel que habla todas las lenguas, su piel. Compartiendo su lecho sé que su respiración es tan dulce como sus pensamientos y su sonrisa tan sedosa como sus besos, y yo beso cuando quiero la delicada cicatriz que dejaron en su pecho los fracasados ladrones de almas, me ensortijo en sus cabellos y cocino para ella. Me muestra su manera de ser tiempo y mi manera de amar. 
Me quité los guantes para devolvérselos y ya no estaba. 
Y así fue como pasé por el amor erótico, varios lustros más viejo en un momento.

Qué decir tiene que ya solo me quedaba el dudoso camino de Dios, puesto que de entrada rechazaba seguir cualquier cosa que cupiese en una bandera o en una moneda, de manera que para allá me fui a preguntar si era mi casa, que es donde todavía me encuentro, no en la casa, sino yendo allá a preguntar.
El sistema circulatorio del miedo está compuesto de dos órganos, la vulnerabilidad y la incertidumbre.
Si débiles, de piel fina y fácil desorientación, ¿qué más que buscar defensa y seguridad podría hacer? 
Con mis desgarros y momentos luminosos busqué vaciarme en la Confianza Cósmica.
No sabría decir, pero de vez en vez tengo la sensación de haber topado con una excepcional pareja de baile, no me refiero a la casa, repito, sino a estar yendo allá.

Habiendo crecido como he contado, es fácil inferir que un tipo tal es un completo inhábil, alguien con dificultades para ganarse la vida.
Hasta que un día triste y feliz como todos se me ocurrió la idea maestra de "Hoy comemos niños", era un pobre diablo destinado a morir de puro síndrome de Jerusalén, sin embargo, miradme ahora, he erradicado varias decenas de enfermedades y el hambre ya solo se ve en algún que otro vodevil. Es verdad  que hay que extirpar un poco de alma, pero solo un poco.
Nunca antes la humanidad había sido tan feliz y lo digo avalado por mil cientoventitres millones quinientos ochenta y un mil trescientos ventiún consumidores.
Tal vez no encuentre en la tierra nunca la barca llevada por la corriente en que Dios ama y duerme, pero he sabido sacar lo mejor del diablo.
Y no olvidéis que nuestra empresa destina el 100% de los beneficios a causas humanitarias.


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