jueves, 26 de diciembre de 2013

CENTRO DE MESA NAVIDEÑO: COMEDOR SOCIAL

Si Unamuno levantara la cabeza lo volvería a decir: ¡Que inventen ellos!, aunque me temo que volveríamos a interpretarlo mal como suele suceder cuando el contenido de las palabras es explosivo.
Nos hemos empadronado sobre el nubarrón de los que inventan, capaces de calcular con fría exactitud con sus máquinas que cada segundo muere en el mundo algo más de un cuarto de persona, a menudo niños, de hambre, 64 Littel Boys que lanzamos al año impunes, años tras año, llenando los graneros de muertos y degradación.

Los inventos cubren las necesidades sociales en un tiempo y lugar determinados, así que estimo que calcular tan minuciósamente esas cifras es nuestro seguro de vida, pues los números no sufren, enfrían, haciendo muda la peor de las muertes.

Simone Weil decidió, con funestas consecuencias para ella, no para su propósito, no ingerir más alimento que los soldados que luchaban en el frente.

Nos enzarzamos en apagones, paros, etc, como niños pequeños empeñados en coger palomas en su propio terreno, el de las alas; amenazar con pérdidas millonarias es su terreno, siempre perderemos más restando una comida a la dieta de nuestros pequeños que ellos cediendo fortunas que ganar.

Siguiendo a Weil, podríamos mostrar a nuestros políticos y al mundo lo que el hambre es capaz de hacer, como aniquila cualquier proyecto con su guillotina de absoluto presente, los estragos que causaría en una España en la que al menos 25.000.000 de personas llevaran una dieta eritrea del sur.



INGREDIENTES
- Palabras bonitas.
- Una sola hambre por persona y día.
- Bueno es el calor.



Vamos allá.


Aquí llegan con el arca ya construida.
Se sientan solos acompañados y parece un club de la risa, y yo, que he atravesado media ciudad andando para llegar aquí cruzándome multitud de serios acompañados solos, me sirvo un plato hasta arriba de risa.

Ni ellos ni yo tenemos suerte de estar aquí, es lo que hay con toda su dulzura.

Si fuere músico y quisiera cantarlo creo que me arrancaría por coplas desgarrás.

De la fuente sale agua y sale vino; el menú, muy bien elegido, sopa navideña de picadillo y espaguetis para los niños, pollo bien guisado y en su punto y filetes de lomo con patatas fritas, ensaladas, dulces y frutas.
Es mi auténtica comida familiar, al terminar de servir la comida los comensales nos han sentado y nos han servido.
Menos mal que mi fe no necesita señales ya que mis manos tienden a la pereza.

¿Habéis soñado alguna vez con un incendio en un patio de colegio en primavera a la hora del recreo?
Pues entonces habéis soñado con mi corazón a partir de hoy, lo que, unido a que cada molécula de agua de la uniforme cascada cae a su manera, me ha recordado un cuento que se titula "Cuento de si no hubiera sido por vosotros que hubiera sido de mi"

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