domingo, 2 de febrero de 2014

ARTE, ARQUITECTURA Y REPOSTERÍA DE SÍ MISMO

Calígula sometido a la voluntad del miedo atrae y espanta.
Del hipnótico espectáculo de la codicia nadie está salvo, como del influjo adormidera del televisor.
Me pregunto donde estará hoy el ombligo del mundo, ¿en el Bundestag, en Wall Street, en el Vaticano, en Silicon Valley, en el MIT, en Ginebra?, o ¿en los barrios chinos, en Río, en Ankara, en Kuala Lumpur, en el atolón de Mururoa?
Hace unos 2.500 años el centro estaba donde se cruzaron las águilas que liberó Zeus desde los extremos del mundo, es decir, en Delfos; pero agotado hoy el discurso de Zeus y la generosidad de que hizo gala no señalándose a sí mismo como centro del Universo, cada cual se votaría a sí mismo.

En aquel lugar central del mundo levantaron un templo consagrado a Apolo en cuyo frontispicio podía leerse la inscripción "Eis Heautón", conócete a ti mismo, como instrucción reservada a los que entraban al oráculo, no para los que se quedaban fuera.


INGREDIENTES
- Estrictamente, salvación.
- Una asfixiante carcajada.
- Lo que la vida da a cambio de dientes, vista, oído y movilidad.


Vamos allá.

Lo intuyó Dante, aunque se dejó llevar por el bestiario de su época: "Abandone toda esperanza quien aquí entre".
Conocerse a sí mismo es privarse de toda esperanza de volver a la luz de la dulce mediocridad.
Quien crea nuevas conexiones neuronales sirviéndose de la meditación u otros estimulantes ejercicios hace algo bueno, pero tenga en cuenta que las nuevas se añaden a las ya existentes, que el nuevo yo que balbucea no lo hace por destrucción del que ya era, sino por adición. Las nuevas conexiones pueden inspirar haceres nobles, pero las viejas, silenciosas como una enfermedad, nunca firmarán un armisticio.

En el silencio la mente se agranda antes de desinflarse, habla y habla antes de enmudecer como trompeta con sordina. Bajo el flamígero ruido del mundo, sin embargo, la mente se achata hasta hacerse un animal de murmullos, igual de implacable pero revestida de cordero.

Acepta un poder superior, da lo mismo su cualidad, acepta su existencia, dicen y repiten todos y todas, mas no veo como puede ser esa la senda de la pequeñez a la humildad; como la comparación pueda investirse de absoluto no concibo.

Es la compañía espiritual, no la autoridad, de quien pasea de la mano la humildad.

Conocerse a sí mismo es suicidarse para toda la vida, no desde el fondo de desesperación que conduce a las personas a su exterminio, ni desde la juventud apasionada que si en su pupila clava su pupila azul una joven cree conocer todo gozo del que ya no podrá privarse sino muriendo, sino desde la paz del viajero que nunca volverá.

El mundo no está estropeado, de hecho funciona a la perfección. Una simplona mirada desvela la sincronía de sus ritmos, la expansión a la nada del universo entero, el reparto equilibrado de la materia, las zonas de confort para la vida, la casual conciencia motivo de toda alegría, la noche y el día sonando a la vez y todo lo que te quepa observar.

Sé llevar un cuchillo entre los dientes, visto como todos hoy día, de asesino en serie, ya me cubra de piel o plástico.
Aun tiran vírgenes a los volcanes si les dan ocasión y se imponen unos a otros destripando.
Pertenezco a todos los hogares y de todos he escapado, seguro de que mi disculpa llevaría tintes cristianos, la omito.
Ninguna mujer cuidará en adelante de mí, estoy falto de la brutalidad y desdén que necesitan quienes se aman en privado.
Escapé de toda familia, pero no de los caminos que siempre terminan en vuelta.
Cuando vuelva seré un hijo del Sol, poderoso y esperado, mi tez será vieja para la blancura, pero atractiva para el pecado.
¿A quien mentiré prometiéndole la vida?
Que la compasión me alquile.

No puedo admirar a quien siempre ha sido libre, antes me inclino por quienes han lacerado sus manos saltando el espino. Tenaz como un profeta en la suerte de amistad que mantengo con la humareda, superviviente y única heredera del fuego.
Los jueces no tienen autoridad sobre un Cristo, ni sobre un animal.
¿Me conozco a mí mismo?

La Voyager nos traerá noticias de mundos entregados a la lujuria sin medicina para el desgaste, ni recaudador celeste; y allí iremos a convertirlos en nombre de un dios barato propenso a la renuncia y la infame demostración de autoridad.
Lo más selecto y juicioso es huir de esta nación fabricante de rehenes, no a alguna otra no menos bestial, sino a las tripas de esta misma, a los orfanatos, hospitales, prisiones, vertederos, prostíbulos y a todo lugar que se halle a sus espaldas.


Pertenezco a los planes de Noé, llevaré en mi arca pareja de todo bicho viviente menos de humanos, seré otra vez el primer hombre y mis descendientes volverán a esconder sus manchas masacrando a las razas desnudas y libres, volverán a imponer sobre la tierra el riguroso orden de la infamia cuchillo y sexo en mano.

Solo quise hacer un pastel de chocolate amargo.

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