sábado, 15 de febrero de 2014

FLAMBEADO DE AMBROSÍA SOBRE UN LECHO DE AGUA FRESCA

Como hombre curioso y poeta, adelantado y con dificultades pues, acojo el encargo de una receta dulce, que agrade al paladar y que quien ame sea mejor persona.
Una dirección y un sentido son menester o, en su carencia, una medida y una separación kilométrica.

Besos de dos caras esperando pacientes sus alas, como ángeles esperando sus caballos, tengo en el pecho agolpados y ando querellandome no se vayan a metalizar.

La vida es un continuo y este postre una postura.
Dulce como sacado de un cuento del Dulce Reino Animado en el que las flores caminan por las calles y construyen sus propias catedrales y los insectos se han coordinado en orquesta virtuosa que se impone sin rodeos al torpe tartamudeo de todas mis recetas.

De los montes sagrados de la madres la ambrosía del lactante, de la nubes bajas del amor la hiper-realidad del amante, del algodón aun crujiente el lecho para la sien del fiel caminante.

Rosas como péndulos arriba y abajo los dedos sobre su espalda, la poesía cayéndose a cachos en un sofá de anciana abandonada y la canción que todos nos sabemos como un suceso entre dos épocas cambiándolo todo.

Nunca en este mundo sobra un amor, hasta el más pequeñín hace su labor.



INGREDIENTES
-Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el  encuentro y unión con otro ser.
-Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear.
-Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.




Vamos allá.


 Ya quisiera yo saber porque sus luces me atraen, bien quisiera poder detener mis pasos siempre equivocados, pero más se aleja el destino cuanto más camino. 

Para mi es un secreto oculto que se llama así.

Caminara yo por sus calles cotidianas haciéndolas más llevaderas, más elevadas; hiciera funcionar yo la piel suya que nadie toca; acicalara yo sus ojos cada mañana con terca armonía. Por tres veces no pude omitir escribir yo, y ya son cuatro, he ahí lo que ella despierta, un yo.

Sublime óvulo de tiempo de vida borrosa como entre espejos, vértigo  y un filón de oportunidades por destilar de la mar de tristezas, he ahí un yo cualquiera.
Cuanto error vino a caer en uno encima pequeño, yo camina por los caminos en pos de Ella, mas es Ella quien a mi se encamina.
Pero ese no es el secreto, eso es nuestro movimiento y lo de antes, el paisaje.

Sé dar de beber con las manos, por eso es que tengo dos, y sé tocar dos frentes a la vez como se tocan dos pechos, si pudiesen ser suyas lo serían, cuánto mundo más abarcarían. Por agravio comparativo mis ojos también resaltan su dualidad, y mis piernas y mis oídos, en menudo lío me he metido.
Menos mal que de lo realmente importante para un hombre solo tengo una, con dos esto hubiera sido de locos en vez de para pacientes. Con dos no hubiera podido evitar tirar por dos caminos en cada cruce, con dos detrás de tantas mujeres hubiera ido en cada encrucijada. Con dos el mismo gozo extraordinario me habría matado. Menos mal que solo tengo una infancia, no menos ajetreada que la del Lazarillo aun cuando más doblegada.

Y ahora es cuando lo doblegado que no partió levanta su mirada como donde la India chocó con Asia; allí, en los picos más altos, en la parte de arriba si miras un mapa, Ella se abre paso desnuda entre la nieve. Es de un calibre superior según se va acercando, en su sangre el miedo es la medicina que le curó, mil veces dada por muerta antes de hoy.
Tomo nota y me aprendo la lección.

Una canción de cuna tímidamente te despierta cuando pasa tu tren, nuestra materia es la materia prima.
Esa desganada predisposición del amor a la grandeza, esa frente suya tan bien iluminada; es difícil no tener sueños como difícil es ser un fenómeno atmosférico nocivo si sucede en primavera, él consigue serlo con soltura, pero yo no dejo de tener sueños.



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