martes, 11 de febrero de 2014

MADRE EN SU SALSA

Habiéndoseme privado del empírico se me concedió el puro.
Esto va del amor a mi madre.
No está al alcance de los huérfanos perdonar a la muerte, como no está al alcance de esta perdonar a nadie.
Poco importa el camino que se tome en la vida si lo que falta es una impronta que dote de dirección y sentido, se llegará a los sitios como llega la noche, privando sentidos.


INGREDIENTES
-Olores lejanos de vuelta.
-Una vela ante un retrato.
-Fiestas de cumpleaños sin hijo.



Vamos allá.


El tormento de las goteras cada vez que llueve.
Cada vez que llueve dispongo los cubos para no perder ni una gota, así es como vuelve ella, mi madre, igual que se fue, en gotas cayendo de lluvia ahora, saladas entonces.
El tormento de perder una gota solo a otro que conozco se puede igualar, a la soledad de la sequía.
La sequía de los sentimientos y el desesperado futuro haciéndose sitio entre la vajilla.

A priori sé que su último pensamiento fue para mi, que la miraba beodo de niñez y enamorado, por delante de mis cuatro hermanos, pues los tres que me anteceden están ya muertos y la que me sigue está viva, y para sus tareas no necesitan  protección, pero yo a salto de mata entre las noches de unos y otra voy, a caballo entre ambos reinos, vivo y muerto. Como la casa que sin pilares aun se mantiene en pié, faltando a la gravedad y a las aves, necesito su intercesión.

¿Por qué encargaste palabras mágicas para recibirme?

Nunca agradeceré en demasía el idioma que me enseñaste, pero no puedo perdonar que me parieras a un mundo en el que nadie lo habla.
¿Por qué no me pariste despues de muerta allá donde no se habla?
¿Qué mejor sepulcro que tu vientre podría encontrar?
Ella lo comprende y me da la razón a besos.

Lo torpe es torpeza, no espontaneidad. Espontáneo es quererte y torpe mi receta.
Torpeza fue no dejarme echarte un vistazo una vez que me sacaron de tu cama mientras yo creía que pesadamente dormías, torpeza fue decirme que te habías ido al cielo sin mi.
Espontáneo fue no creerles entonces y nunca más por embusteros, espontáneo fue el autismo de los nervios que transmiten el dolor.

No importa donde me hallen, si colgado de una soga o en el lecho de los sudores, siempre bailongos mis pies al ritmo que aprendí dentro de ti.

Yo estuve dentro. Y nunca hubiera salido al alcance de los golpes de los kapos si no me hubieran ofrecido capitanear la flota de Gráinne Mhaol como su mejor almirante.
Bien que me habría ahorrado este trajín de haber empezado por esto.
Solo añadir que he sabido aplicarlo a la vida.
Yo estuve dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario