martes, 28 de enero de 2014

SESOS REBOZADOS EN CHIPIONA

(...) tan contento, tan gallardo, tan alborozado por verse ya armado caballero, que el gozo le reventaba por las cinchas del caballo.

Era sencillo, pese a las dificultades que había imaginado, montar en el viento, marchar lo más lejos posible sin salir de la lengua materna con cinco euros en el bolsillo y volver con ellos habiendo comido lo mío y lo del amado viento y con un calendario de este año en el zurrón.
Era sencillo  al fin y al cabo estimular vuestro bien ya que en nada está separado del mío.

Calladito hasta que despierte del fondo eterno lo que se tiene que decir.

Un amigo mío descubrió hace nada, a sus 50 largos años, que tenía un solo riñón de nacimiento; si me sucediese a mí, estoy seguro que en adelante no podría más que tenerlo en cuenta a la hora de comer, beber, dormir, etc. Salvando las distancias, estoy en su caso, salvo que donde él tiene uno yo tengo dos y lo que a él le sucede en el abdomen, a mi me pasa en la cabeza. Tengo dos cerebros, luego me permito hablar de lo que le sucede a un alma huésped y compañera de un cuerpo bicerebrado con sus correspondientes mentes.



INGREDIENTES
- Un cero dando vueltas por el examen cuántico.
- Dos mil años saliendo del error.
- 70 por 7.



Vamos allá.


Risa.
Alegría.

Intento trazar las lineas maestras pero solo consigo el accompagnato, me comporto por exceso como el hombre que en el momento más álgido y emocionante de un discurso funerario no pudiese evitar un estornudo y por defecto como el hombre enterrado con zapatos rojos y birrete en mitad de una fiesta de disfraces. Un talento llevado al extremo es insultante para los demás hombres, que le retribuyen con su justo precio, ejemplos hay mil, desde el monte Calvario a una fosa comunitaria en Viena.
Son grandes conversadoras la Alegría y la Tristeza, la última volcada sobre lo poco que se ve y se oye y la primera desbordada por todo lo que ni se ve ni se oye. Están comprometidas, cada una ha rubricado en el libro de firmas de la otra.

Un corazón blindado con tamaño amor como el que se profesan es difícil de abatir.
Para un corazón así ir de compras es ir a por el pan, pues acudir a las catedrales 2.0, los centros comerciales, sería ir a cambiar el tiempo que se le esquilma por cosas. No entregares así la alegría, es más, por cada minuto que se te deba dedica otro a la plenitud.

Mejor que se te desmorone en cascotes la casa encima que ver y oír a distancia como se hunden el palacio de Versalles o las Torres Gemelas. La alegría es una caída libre, caída al fin y al cabo aunque sea libre. Otro cantar es llegar a esa libertad, si así queremos llamar a la gravedad, por pura distracción o por ir mirando a la hermosa luna.
La Alegría es algo vivo, luego nos habla de la vida, pero, siendo prima hermana del espíritu, también nos habla del arte de vivir.
Como aguas mansas y lisas, la inteligencia no es capaz de llorar, sabe reír y  quedar indiferente, mas como necesitamos el equilibrio de las esferas para ser felices, diferimos a la emoción el llanto, podía haber sido al revés, poco importa.
Deber de no es la perífrasis adecuada a no ser que amar, agradecer, reír y todas las demás cosas que nos hacen inmortales entren de lleno en la categoría de respirar, comer, dormir, etc. Como dijo el visitante del pueblo a las faldas de un volcán extinguido: "¡Tenían un volcán y lo han dejado apagarse!"
En física se denominan armónicas del sonido fundamental a las notas menores que se producen por sí mismas al dar una nota en un instrumento, cuya ligazón y suma confieren su timbre particular a esa nota.
La Alegría tiene toda la pinta de obedecer a una ley análoga, como el payaso encerrado en una caja y sujeto a un resorte que le hace salir despedido cada vez que la abrimos o la bola de nieve que aumenta de tamaño a cada giro cuesta abajo o las fichas de dominó erguidas que se comunican la caída si tiramos la primera.

Los que me alimentan no tienen ni idea de que lo hacen.
He recaído en el síndrome del naufrago, aunque bien verdad es que cuanto más doy menos sitio me queda en la despensa.

Una de mis vocaciones es dormir solo, otra es dormir acompañado.
Una de mis artes es entrar por la piel en cualquiera, otra es ser isla para mi mismo.
Una de mis fuerzas es recordar porque me levanto cada mañana, otra es agradecer a la autora de mis noches.
Una de mis palabras es Alfa, otra es Omega.
Uno de mis silencios calla, otro habla.

Ni un biolín es un violín ni Dios es dios, como Rosa no es una rosa.
Hace unos años me invitaron a presenciar el fusilamiento de unos criminales, sucediendo que ciertos asuntos ineludibles me retuvieron hasta hacer que llegase al acto un rato después de que el pelotón hubiese descargado su fuego sobre los reos, así que no tuve por menos que pedir si podían empezar de nuevo para no perderme tan extraña oportunidad como se me había brindado con tal irrepetible invitación.
Empiezo a saber del destino de cada viento y la diferencia entre lo de fuera y lo de dentro; en número lo ve cualquiera, lo de fuera innúmero y lo de dentro infinito.
En esencia mi fiel y querido perro Odín no sabe como he construido el mundo que le rodea, aunque ha sido capaz de aprender rudimentos de mi lengua, tales como "toma", "sit", "no", "a la calle", "salchicha" y alguno más, presumo que la diferencia entre tan noble animal y yo solo es de grado.

Soy capaz de asomarme por algunos ventanales a la realidad, pero en último término desconozco por completo el palacio por el que voy dando tumbos como un muchacho ciego, y estoy seguro de que cada pasillo, rincón y columna del palacio se siente tan extrañado del necesario yo ambulante como yo de ellos.







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