martes, 21 de enero de 2014

BOCATA DE TODA LA VIDA

Nunca sabremos quien mengua, el golpeado o el agresor.
Nuestra simpatía no es de fiar, pues según sus humores se inclina de un lado u otro.
¿Qué es más penoso, ver siempre el mismo paisaje desde la ventana o ver tanta cosa desde la misma ventana?

Hoy tengo tristeza de tiempo, podría entonar una oración conformista o chupar como a una gamba la cabeza a Dios.
Estoy en un rincón del cuadrilátero empleado solo en la guardia, por un momento creo que si alguien recibió vez alguna más golpes, no fueron tan duros, pero al momento siguiente pienso que nadie antes recibió más golpes si es que encajó golpes más duros.

Lo duro es lo primero que dice el mundo; lo anterior, la madre, qué duda cabe, no es de este mundo.
Es más difícil pensar el mundo que el tiempo en la madre, pues si bien todo lo que diga de esta es incontestable, siempre queda la duda de si no serán recuerdos inventados, por ejemplo: Durante 266 días sostuve en mi puñito todo el amor del mundo quieto. Innegable.
Sin embargo, aquello que diga del mundo porta un sesgo cultural insalvable, por ejemplo: Las calles siempre cuesta arriba de la vida. Discutible además de lisonjero, pues ensalza sutilmente a todos los vivos al tiempo que los sitúa sin remisión en el escenario del esfuerzo.


INGREDIENTES
- Una rebanada de pan.
- Otra rebanada.
- Imaginación para no-comer lo mismo dos días seguidos.


Vamos allá.


El miedo es como el agua filtrada en los muros, un minucioso examen no la detecta, pero termina saliendo por el lugar más inesperado.
Con facilidad, como hecho para ello, me identifico presto con lo vulnerable y de piel fina, con lo huidizo, temeroso, inseguro y quebradizo, pero solo es un ardid del orgullo.

Ciertas representaciones del amor que uno se va encontrando por ahí serían más que merecedoras de una firme acusación de maltrato.
Conociendo a un ser humano, solo conocemos a ese ser humano; sería y es un embuste indigno asegurar que los padres pegan porque recibí golpes del mío o que las madres son amantísimas porque la mía me quiso como si le hubiera nacido el hijo de Dios.

Hace unos días escuche a un enfermo que en 5 minutos utilizó en 38 ocasiones la palabra yo, en 17, mi y en 12, me, resultando que cada 4´48 segundos utilizo una de estas tres formas; así no hay manera de salvar el miedo, tanto los desgarros como los momentos luminosos quedan sofocados tras esta maraña de nudos en el tronco.

Cruzo el umbral del alma en dirección al sentido, la primera estancia es solo fría o solo luminosa, solo ruidosa o solo hedionda, es la habitación del miedo, todos la habitamos como si fuese la última, más allá solo hay desgarro sin tablas posibles.
En las profundidades de nuestra propensión al miedo se halla el mayor  encantamiento, la consciencia de nos, nuestra particular pastoral del misterio. Nada de esto hubiera sucedido si hubiere sido digamos que perro.

Salté de la habitación por la ventana, perdido por los interminables prados que iba encontrando nada había  mejorado mucho, de hecho, al miedo que ya traía se afilió la desorientación, quedando en una especie de sinvivir estremecido.
Un buen día la tierra se abrió en fallas por las que caían pesadamente todos mis universos de certezas como las aguas en Iguazú, me solté de la vida sin convicciones que me esperaba y como gota me sumé al agua que caía en cascada.
Aquí estoy ahora, destripado entre mil gotas, quitando el polvo y poniendo en pie con cuidado las imágenes profanadas e inaceptables del Amor.
Él me toma en serio, me deja sus dineros para que los administre con libertad y se va a un país lejano. Hago las cosas de una manera, pero puedo hacerlas de otro modo, si no fuera así, si no pudiera hacerlas de otro modo no existiría libertad. Estaría determinado, obligado a hacer lo que hago. Y sin libertad, excuso decir, no hay responsabilidad.

Tour de force.
No quiero ir a parar a ningún sitio.

¿Cuál es la fortuna de los hombres que antes que agotarse en generosidad ciega, se enciende?
No solo más de lo que se pueda pensar, también mejor de lo que nadie siguiendo unicornios pueda concebir.
La madre le canta una nana al niño que dice: Duerme príncipe niño que al despertar tu mama aquí
estará; y contesta el niño, anciana ya la madre, con 100 besos cada día entre sus ojos cubiertos de pálidas cortinillas.



Que cual es la riqueza de los hombres preguntaba.
Un día desnudas tus ojos delante de una mujer desnuda y todo lo que hay que saber lo aprendes por la piel; puedes imaginar vivir sin que ella hubiere nacido, así que miras al bosque y suspiras; ella, con los pies en la tierra como una cueva, fija, por primera entre las estrellas del firmamento, el norte en el norte.






Aun me pregunto cual es el tesoro entre los hombres.
Tú solo llámame por mi nombre y ahí estaré, no importa que te hayas ahogado, ningún manual de medicina certificará tu muerte sin mi permiso, entre las legendarias amistades corre de boca en boca esta leyenda, en ella estamos.

Ya recuerdo a qué viene mi tesón en preguntarme por la bolsa de los hombres, leí que la riqueza de las 20 primeras fortunas en España iguala a la de los 9.000.000 millones más pobres.
No lo creo.

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