martes, 14 de enero de 2014

HUEVOS ROTOS

Tengo más cosas rotas que enteras en el viejo baúl y desde hace un tiempo me pregunto por lo que
se puede hacer con lo roto, con los objetos que encuentras desparramados al volver a casa y no sabes o no recuerdas qué eran antes.
Intenté recomponer infructuosamente algunos de ellos en las noches ociosas de insomnio, de otros, la propia belleza de su fragmentación me ha seducido, haciéndome desistir de reordenarlos en sus posibles figuras originales.

Así pues, rejunto a continuación unos pocos fragmentos para quitármelos de encima como se quitaría de la espalda cierta araña a sus crías para comérselas, sin extrañeza alguna si el resultado es una pirafosamide o un círculo glacial.

La infancia me arrancaron a hostia sucia antes de que me rompieran los rudimentos de Dios, el mundo y su inclinación recíproca, téngase en cuenta.

Y si sale un poco largo es porque no quisiera tener que volver.



INGREDIENTES
- Criopreservar lo que se tuvo que tirar a la basura.
- Como las nubes (Job, 7,9); Como las naves (Job, 9,26); Como las sombras (Job, 14,2)
- No arrancar las amapolas del trigal.




Vamos allá.
 

No es bueno para el peregrino acumular basura ni riqueza bajo la piel, dijo un anarquista descolgado de todo gobierno con los brazos en cruz clavados a un travesaño.

Entre  los  hombres  paseo  con  collar  de ahorque, pero  cuando  abro las  alas me  doy un aire  al  perro  destripado  de  la  cuneta, descendiente  en  linea  directa  de  la  estirpe del Gran Can, aquel que corregía a sus cachorros  cuando  tropezaban  con  un  seco  y humillante "deja de hacer cosas raras".
Se me pone cara de dragón si miento y de chiste cuando digo verdad, desciendo del Gran Can.
El rechoncho burlón que, como Alicia, saca brazos y piernas por ventanas y puertas porque no me cabe en el cráneo reta a los hombres con su misma canción, ganando en el ser cuanto pierde en el hacer; en última estancia es nacido de mujer solo conocida por sus huellas y la improductibidad última, la muerte, le aguarda; victoria tras victoria está perdido de antemano. Memento mori, memento mori...es su nana preferida que dejó de cantarle la mujer de la que nació porque fue y se murió; caben en ajedrez jugadas de extraordinaria belleza cuanto más ajenas a la victoria las consideramos.

Aun lloraré de esquina en esquina esa muerte marcando el territorio como hacen los perros con la orina, que todos sepan que entran en mi tierra del llorar, que abandonen toda esperanza de volver a hacerlo.
La misma diferencia entre no tener casa y ser un mendigo se impone entre ser aquí y estar puesto aquí, entre la humildad de ser y la infinitud de hacer y quehacer.

Para ponerme a la altura de las raras florecillas que crecen en las grietas del asfalto tengo que dar un gran salto, pero para hablar con el amor me tengo que agachar.

Comparto el secreto de las mujeres calladas con los ojos perdidos.
Digamos que los malos hombres son buenos monstruos, que lo que hay que hacer está hecho si hacen llorar como hombres a los niños y que he resistido el contagio que sus mandíbulas inoculan por la yugular de los sueños rotos.

Tomar un diccionario por el libro más bello jamás escrito es como sucumbir a que un cuerpo de mujer es más bello por estar desnudo.
El propio alborozo de verse con pies y manos hace que los ríos recién brotados se relacionen con el mundo a borbotones, luego van amansando carácter, que no intenciones, hasta que al punto de aquietarse se hacen a la mar, que es el morir, luego desde el principio la cara B salta a la vista.
A nuestros ojos, en cambio, siempre estará mas lleno de muerte Auschwitz que un nacimiento.
Espero que sepáis perdonarme este necesario intento de referir lo desconocido a algo conocido, de degradar el dolor de la condición humana a dolor local; también quisiera, ya que es necesario tener a donde volver, poder regresar al infierno siempre que lo necesitare.
Y quisiera para mi la perfecta madre del huérfano.

Me atrae la luz pero no hablaré bien de ella, nunca se creerá la fidelidad que la profeso; a ella, que se llevó a la duda dejando sin hermana mayor y desamparados a paraíso e infierno; no hablaré bien de ese lado por el que caerse de la ilusión.
¡Ah!, ¡Cuánto amo estos ratos contrarios!

Para unas pocas palabras de amor una vida entera apenas da.

El amanecer es el suicidio humanitario de la noche, elegante guillotina de memoria, se olvida de día, no de noche.
Algunas mañanas tengo la sensación de ser un yo usado y la seguridad de que la realidad no me desea.
Cuando de chaval me orinaba en la cama no quería luego despertar, a esas mañanas me refiero.

Cuando enfundo las palabras parece que nunca rompí un plato, por ejemplo: en todo tiempo hubo lágrimas y risas, la primera proposición lleva implícita la segunda y a estas construcciones llamo bellezas que voy escondiendo entre las letras, por ejemplo: Erase una vez...

Conozco gente que vive de hablar del dolor, instalados bravamente en la diferencia sustancial entre vivir de cucarachas y vivir de las cucarachas.

Las fulgurantes intuiciones, como los pensamientos más obtusos, son irrepetibles.
De profesión, escribano de un místico, luego no puedo crear de la nada ni apreciar la unidad en nada.
La primera pregunta del test de acceso al puesto vacante decía más o menos así:
- Nombre al menos una prodigiosa y antinatural manifestación espiritual del suceso humano.-
Mi respuesta:
- No matar.-

Al vaivén de las tumbas, partidario cada cual de sus heroicas miserias, con una misión de futuro entre las manos, encarecer nuestros sueños, renovamos como podemos el picaresco pacto con la vida.
Una obermannada: "Yo. yo, yo; pero ¿quién eres tú para hablar siempre de ti?-- Ante el universo, nada; para mi, todo."

Mi cuerpo pide fuego, la energía sostenida de la ira para las cosas livianas en que otros ni siquiera reparan; mi alma, tiempo para desembarazarse de tanta tontuna en español con que la he cubierto.
En los pocos ratos de verdadero peligro de que he dispuesto he hecho más por mi que en el resto de mis días.
Me pareció tan grande, sobrecogedora y acongojante mi alma sobre si misma cerrada, que me resulta ahora insípida, casi monolítica, como si no se pudiera acceder a su interior porque no está hueca.

Dicen que en Molina de Aragón está nevando.

Lo único que hay es Nada que obtener, ni un agujero en que meternos hay; la vida, a despecho nuestro, es de hoja perenne, siempre a la vista y siempre expuesta.
Quien confiesa aburrimiento declara la tupidez de su cerebro, la extrema salinidad de sus mares movedizos, pero quien dice llevar una vida intensa se reconoce adicto a los pasatiempos, al horizonte máximo de su charca.
Mi ocupar espacio es un no tener sitio, apatridia interna; he sobrevivido estos años y los venideros como obedeciendo instancias superiores o como el torturado al que se mantiene en vida por el interés estratégico de su confesión. He abundado en pensamientos difíciles que no he logrado definir, que la luna se parece a la espalda de una Rosa no es verdadero ni falso, es exacto.

Los dioses han escondido lo que hace vivir a los hombres, decía Hesiodo, digno precursor de nuestro siglo.

Ahorrar ingenio y derrochar genio, poco más que añadir salvo alguna mentirijilla...y siempre la otra mejilla.

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