jueves, 7 de noviembre de 2013

CARTA O MENÚ

Bitácora sencilla: No es esta receta profesión de fe, pero a la fuerza habré de remitirme a palabras y conceptos que entre algunos, muchos, de nosotros provocan recelo, desagrado o rechazo. Así pues si eres de éstos no sigas leyendo.

‹‹La sensualidad y los placeres forman tu primer ejército, el segundo se llama Aversión. Tu tercer ejército es el Hambre y la Sed, el cuarto, el Deseo. Tu quinto ejército es Pereza e Indolencia, el sexto, Cobardía. Tu séptimo ejército es la Duda, el octavo, la Hipocresía y la Estupidez. Ganancias, Fama, Honores y Gloria falsamente obtenidos, la Alabanza de uno mismo y el Menosprecio de los demás; éste es tu ejército››. Así le habló el Buda a Mara, el Controlador, El Fronterizo.

Culpar al diablo de nuestros males hoy en día requiere por la ilusión de anacronismo de que ha sabido cubrirse, cuando menos una somera explicación de lo que el diablo es amén de esas inclinaciones que describe el Buda.

El diablo, digamos, no aleja a los hombres de la verdad, sino que arranca esta de su corazón. No es un rudo codicioso, antes bien un competidor con toda su gloria por ocupar el mismo centro de tan excelente órgano.
Solo se mostrará en todo su esplendor si siente amenazado su reino, por el que hizo el movimiento al revés, de la luz a la penumbra, por nosotros, no por envidia de Dios sino por menosprecio de los Hombres.
Entre los sabios sabe ser el más sabio, conoce el Libro, la Ley y el Mercado al dedillo; el más zafio entre los zafios sabe ser.

Así como antes de Edipo nadie había resuelto el enigma de Esfinge y nadie tampoco después de él, pués nadie más ganará el trono de Tebas acertándolo, las tentaciones del desierto solo se han resuelto una vez. Tengamos cuidado pues, el diablo no dudará en empuñar la verdad si lo estima necesario. Del primero sabemos que es un mito por lo que resulta atractivo a nuestra mollera; del segundo, complétamente desubicado en el panteón mitológico, no entendemos muy bien el invencible desprecio por los reinos de este mundo.
¿Se contradice Jesús siempre trabajando en pro del Reino no queriendo reinar?, ¿Cuánto más fácil cumplir su tarea siendo rey que forajido?

El caso es que hace unos días ocupó mesa de mantel en mi pequeño restaurante un grupo de amigos entre los que se contaba un jocundo argentino de sotana. De primeras pensé que era un asalariado festejando Jalogüín, pero algo en su alegría no era triunfalista. Para cuando le ofrecí menú o carta me pidió esta última antes de irse a ayunar con unas gentes que andaban por allí a los que, por lo visto, conocía bien de cerca.

Habiéndomela pedido, he aquí su carta, no sin advertir antes que si parece intrincada no es por voluntad de ideas y profundidad, sino por mis peleas para decir en un solo idioma lo que otros dirían sencillo en siete lenguas distintas, vivas o muertas


INGREDIENTES
- Que el mensaje embotellado de un náufrago llegue a su destinatario.
- Defenderse con uñas y dientes de la santidad.
- Una poca luz en sonora oscuridad.


Vamos allá.


¿Vas a ser tú quien ponga en juicio todo el sistema?
 Entonces te saludo, habitante de Roma, a nadie antes en vida he obsequiado con esta pregunta que me costó encontrar entre las cosas cubiertas de polvo.

Salidos de un manojo de elementos, como cocinados con lo que había, creamos un par invisible de cada elemento que nos forma y de cada combinación entre ellos, así vamos creando las artes, la felicidad entendida como un estado de unicidad y cuanto llamamos fruto del espíritu. Es desde esta perspectiva desde la que eres escuchado desde  que llegaste.
Te lo has ganado a pulso.

En el culto que profesas se afirma sin lugar a dudas que Jesús dio su sangre y su cuerpo diciendo "tomad y comed....tomad y bebed..." identificando cuerpo y sangre con pan y vino sin solución de continuidad. Durante muchos siglos se nos ha aconsejado que "este es mi cuerpo,...esta es mi sangre..." es un movimiento hacia dentro, que Cristo, como un dignísimo mago de tercera fila, se encarna en lo que comemos y bebemos para tomar legítima posesión de nos previa limpieza, mas creo en que este gesto es un hacia afuera seguido de su hacia dentro correspondiente aunque bien distinto.

¿Qué querrías decir si dijeres a alguien que le das tu cuerpo y tu sangre?
Tal vez que das todo de una vez por todas: ahí tienes mi vida, mi saber, haz con ello lo que te plazca.

Es hacia fuera porque es conmemoración y no rito de loros, porque nos dice que seamos Cristos en lugar de cristianos, que ofrezcamos nuestros cuerpo y vino sin excepción, que leamos entre lineas cuanto queramos pero que no olvidemos leer las lineas.
El hacia dentro que completa este hacia afuera es saber tomar.

Es evidente que no estarás sólo en la estela del Reino que está en nosotros, luego antes o después alguien se quitará de la boca para dártelo a ti, ¿sabrás tomarlo?

Pienso que Jesús no se hizo bautizar para instituir un sacramento, antes más bien porque sabía tomar de cada uno lo que tenía para ofrecer con este espíritu, del bautista el bautismo, del leproso las llagas.
El bautismo para que ni a él llamemos maestro, de igual manera se hubieran abierto los cielos, bajado las palomas y complacido Dios de no haberlo hecho.
Las llagas, las taras, los miembros yertos para decir: "no vayas contándolo por ahí". He de creer que no era tan ingenuo con respecto a nosotros como para pensar que el vuelto a la vida no iría por ahí pregonándolo a los cuatro vientos.
No hay milagrería en ello, lo milagroso es que nos comportemos como dioses en vez de como Dios, esperando siempre algo a cambio por nuestras gestas, ya sean mirar para otra parte o dar limosna.

Veo que te quieren esloganizar a toda costa, y veo que conoces tan vieja artimaña, toda la gloria del mundo a cambio del mundo mismo.

Creo en que no te bajas a la última fila para rescatar al mundo de la iniquidad, sino que es ésta, allí, entre los últimos, la que ha de rescatarse a sí misma tras el paso de seres como vos.
Al fondo, agachado, donde se lavan pies a mano, están las raíces.

Yo no concibo arrancar la raiz del mal del mundo más que como mutilación, luego me conformo si son pocos los dulces frutos del mal que tomo para mí.
Tú te llegas a donde se arranca de raíz la mala hierba, yo, adonde se la usa de hierba aromática.

Sabes que el corazón de los hombres es la semilla y por eso te llamas como un terremoto de Asís, y sabes que eres hombre aunque te pinten dando muerte a dragones.

Vini, dixit, fecit.

No se ayuda a nadie acusándole, y menos aún si se acusa en abstracto, pongamos que al mundo.

Vine, dije e hice.

Nada mejor que esconder las cosas bien a la vista, la Verdad que Jesús, tu inspiración, trajo del desierto, la Iglesia se la volvió a llevar allá a sabiendas que aunque a la vista de todos pocos se aventurarían en él. Al alcance de todos el relato, escondida entre palabras la Palabra.

Más lejos que a Cristo nos la han puesto de manera que a lo más que podemos aspirar casi todos nosotros con respecto a la Verdad es morir.

Este es el gran triunfo del diablo, nada más lejos de nuestro corazón que el morir.

Hay maneras sutiles de alejarte como un globo aerostático, la demoniaca es hacerte custodio de la Verdad, no te la disputa, te la concede toda y tu mismo te engrilletas a ella, no ya no queriendo ocultarlo sino queriendo que todos lo sepan.

Qué te voy a decir, que me gustaría pasear por el Retiro a tu lado aunque solo fuera un rato; que me gustaría conocer tus oraciones que no se pueden escribir.

Un buen amigo contestó a la pregunta de qué único alimento se llevaría a una isla desierto que a mí de cocinero. Nada puede estar más cerca del corazón.

Algunos estamos a punto de aplicarte la respuesta de mi buen amigo.

Cuídate, Regalo.

Tuyo afectísimo.

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