martes, 11 de marzo de 2014

SALTA LA VALLA EN DIEZ SEGUNDOS O MUERE O SALTA LA VALLA EN DIEZ SEGUNDOS Y MUERE


¿Quien fabrica esas alambradas?
De ese hilo se tejería un buen abrigo a un Dios inaccesible.

Bienvenidos al mundo panóptico, asomas la nariz por Ceuta y miran para otro lado en Madrid y en Bruselas escriben cartas, a no ser que corras y vueles en registros olímpicos.

Hay un cuento subsahariano que cuenta que el hombre del norte era un hombre miedoso antes de que le tocase la lotería de la insurrección, que hasta entonces era conformista y recibía con los brazos abiertos todos los atropellos o huía.



Vamos allá.


Los que viven en los pliegues tienen confianza con Fibonacci, el famoso ilusionista del infinito en cuya sucesión se inspira el mensaje de bienvenida que ondea junto a las banderas en nuestras tierras africanas, que dice: "Feliz Vida Eterna".
Oxímoron del que parece que no nos percatamos, pues, aunque basado en nuestra longeva tradición religiosa, representa lo peor de ella.

En cierta manera me recuerda, no por la contradicción manifiesta entre los términos, sino por la hipocresía de su malintencionada bonhomía, a la leyenda sobre las puertas de entrada a Auswitch: "El trabajo os hará libres".

Debo reconocer una lógica interna en tan descabellada asociación o sospechar que estoy enfermo.
Ninguno de los dos lemas miente.
Concibo la posibilidad, inconcebible de otra manera, de una vida eterna, además de feliz, cimentada en la libertad absoluta, incluida la libertad ante la muerte, que siendo un campo de estudio en continuo progreso aun no va más allá de añadir unos pocos años a nuestras vidas. Aunque hay que reconocer que el cambio de paradigma de los científicos que ahora se enfrentan a la muerte considerándola una enfermedad es bastante prometedor.

Los que se aventuran a nado o en patera hacia España saben que la muerte es una posibilidad de peso y nosotros lo sabemos, y que es ladino y superfluo suponer que la muerte solo es posible por enfermedad o por accidente.

¿Acudiría algún prisionero a la oficina del Inem de un campo de trabajo nazi?

El abuso no respeta fronteras, nos atraviesa cuerpo y espíritu con la envidiable facilidad de un neutrino.
Abusamos de nuestra conciencia en un ejercicio que en nada nos compromete cuando nos escandalizamos al ver lo que no queremos saber que sucede todos los días sin presencia de la televisión.
Quitemos vallas y puestos fronterizos, seamos pioneros de un posible mundo futuro y veamos que pasa.

Mientras nos decidimos, a los aspirantes a feliz vida eterna solo se les pide un requisito en estos tiempos de crisis que nos ha tocado vivir y que tantos novedosos recortes están trayendo, que vengan con la primera papilla ya echada, pues la escasez de personal en el servicio de limpieza solo da para mantener desempolvados los retratos de las autoridades y los crucifijos.

Tengo entendido que el primer paso es uno de los primeros que se da, ¿qué haremos con los que se comprometan a no usar un solo servicio social, ni el de la mendicidad siquiera?
Tal vez sea el momento de ampliar los supuestos de obtención del Estatuto de Apátrida, de entrada me atrevo a proponer un borrador de trabajo para su programa.




LOS DOCE PASOS DE APÁTRIDAS ANÓNIMOS.*

 1. Admitimos que somos impotentes ante cualquier gobierno, que nuestra vidas deben ser   ingobernables.
 2. Llegamos al convencimiento de que solo una igualdad superior demuestra sano juicio.
 3. Decidimos poner nuestra vida y nuestra voluntad al cuidado de la razón, atreviéndonos a pensar sin trabas ni cortapisas.
 4. Sin miedo hicimos un minucioso inventario de los prejuicios sociales vigentes en nuestras costumbres.
 5. Admitimos ante cualquiera la naturaleza exacta de nuestras dudas.
 6. Estuvimos del todo dispuestos a profundizar en ellas.
 7. Humildemente nos preparamos para seguir aumentándo su flujo.
 8. Hicimos una lista de todas aquellas personas que admirábamos por su rebeldía y estuvimos dispuestos a darle un sentido práctico a la nuestra.
 9. Reparamos cuanta claudicación hicimos aunque fuere en perjuicio nuestro.
10. Continuamos nuestra renuncia a los prejuicios y cuando nos traicionábamos lo corregíamos inmediatamente.
11. Hicimos de la meditación el verdadero trabajo diario sin esperar nada a cambio.
12. Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, tenemos presente el desajuste con la realidad cuando estamos recién despertados y nos permitimos el tiempo necesario para espabilarnos.


LAS DOCE TRADICIONES DE APÁTRIDAS ANÓNIMOS.

 1. El bienestar común debe tener preferencia; la fortaleza personal depende de que no nos entrometamos en asunto baladí.
 2. Para el propósito de nuestro grupo no existe una autoridad fundamental. Nuestros líderes no son más que servidores de confianza; no gobiernan.
 3. El único requisito para ser miembro de A.A. es querer dejar de obedecer leyes injustas.
 4. Cada grupo debe ser autónomo, sin excepciones.
 5. Cada grupo tiene un solo objetivo primordial, no convencer a nadie.
 6. Un grupo de A.A. puede respaldar a entidades  ajenas, aprendiendo de los problemas de dinero, propiedad y prestigio.
 7. Todo grupo de A.A. debe mantenerse como pueda, negándose a recibir limosnas.
 8. A.A. nunca tendrá carácter profesional, pero nuestros centros de servicio pueden emplear voluntarios sin sueldo.
 9. A.A. como tal nunca debe ser organizada; pero podemos crear juntas o comités de servicio para pasar el rato.
10. A.A. tiene opinión acerca de asuntos ajenos a sus actividades; por consiguiente su nombre debe mezclarse en polémicas públicas.
11. Nuestra política de relaciones públicas se basa más bien en el rechazo que en la atracción o la promoción; debemos mantener el anonimato y la determinación ante cualquier medio.
12. El anonimato es incuestionable, recordándonos siempre anteponer los principios a las personalidades y las personas a los principios.



*Este programa está basado libremente en el programa de Alcohólicos Anónimos. Sin autorización de Alcoholics Anonymous World Service Inc.


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