martes, 17 de junio de 2014

PITANZAS MAGISTRALES DE UN INTRANGERO



"Así lo he oído", siempre tiene que haber un primero que esto escriba dejando la palabra clavada a los siglos venideros, causa mayor involuntaria de que, fijando lo inquieto, el espíritu se ausente.
Al espíritu le gustan las alas y al fuego el papel, luego no es el amor lo que sobrevive sino sus obras.

El  ignorante espera y concibe lo que pueda ser saber mientras el estúpido mira a quien sabe de reojillo vigilando que no le adelante; el que sabe, en cambio, edifica y se mantiene en deuda de amor.

Una adivinanza propongo.
Este inútil servidor va a dar pinceladas por aquí y por allá y luego le decís si era muy difícil la adivinanza.



Vamos allá.



¿Quien se marcharía a donde con nadie te encuentras a apaciguar a su vaquilla joven, es decir su mente, y no volvería hasta asegurarse de que su corazón puede soportar no mucha, sino toda realidad, aunque tardase 40 días?
¿Quien así vuelto podría usar otro lenguaje distinto del poético, enigmático en ocasiones y dado a la brillante metáfora, la comparación y la semejanza? 

No es más difícil tratar con cada prójimo de nuestros días como quien se viera con un big-bang que tomar un café templado de buena mañana, no es difícil diferenciar a todos llamándoles con un nombre que no es el suyo ni nombre conocido siquiera, diferenciándoles para siempre de todo aquel que comparta su mismo nombre, así como aislamos de entre todos los Alejandro a uno, el Magno, de entre las Margaret a la de Hierro y de entre los demonios a Legión.

Recuerdo que siendo un mocoso de no más de cuatro años, un domingo por la mañana tras el paseo con mi padre por las vías, siempre esperado con ilusión y dado con inigualable alegría, terminamos, como era costumbre, tomando una mirinda. Ya en el bar me preguntaron si quería una gamba o dos, pues andaba mi padre echando cuentas por ver cuantas pedir, a lo que yo respondí, provocando una algarabía de carcajadas, que quería una y dos.
Pidieron dos para mi mientras me avergonzaban con sus risas, pero debieron pedir tres.
De la misma manera, adivina adivinanza, ¿quien a quien preguntasen por su preferencia entre cielo o tierra diría que cielo y tierra introduciendo así para siempre al ser humano en la historia?

A veces poner la otra mejilla es echar a patadas a las tentaciones de corrupción.

Podrá acabarse el mundo, en metáfora y contigo, en flamígera desgravitación; las estrellas, el sol y la luna olvidar los pasos de su baile pisándose los pies unos a otras y dejando tras de sí un desorden silencioso e inmaterial. Nadie está preparado para cambiar así su vida, pero, por raro que pueda parecer, así brinda sus frutos la higuera, así saluda a la primavera, así se medita.
El polvo y la ceniza lo cubrirían todo, toda la memoria de como son las cosas, todo lo escrito sobre por qué no pueden ser de otra manera, solo la palabra libre, la que no se fijó en papel, la que hace de montura a las obras del amor, no pasará.

¿Quien diría que el mayor Bien posible es el probable bienestar de todos?

¿Y que los lirios del campo no tienen cadenas ni tienen puertas, ni los pajarilllos de los sembrados
tienen calabozos, pero que no has de seguirlos ni tratar de imitarlos, sino intentar abrirles camino, como quien abriese el camino a los alimentos que faltan para que coman todos?

Primero se edifica para abajo y luego se edifica para arriba, pues solo un hombre insensato levantaría sin cimientos.

Dijo un caballero inglés sumido en cruentas guerras de sucesión: "Pero nosotros, caballeros, no rendiremos nunca el espíritu, pues a nosotros, amigos, nos asiste la Rosa"

Hace un par de mil años la especie humana salió del laberinto de la credulidad, fue un momento crucial, se necesitaron nuevas Alianzas con el Despertar, como si desde siempre hubiésemos guardado todas las llaves que íbamos encontrando y por fin ante la puerta de Dios tuviésemos en el llavero la llave que la abre.
Donde antes decía que la fuerza es un don, se añadió una nota a pie de página que dice que el Don es la fuerza.
Este Despertar es, para hacerse una idea, parecido al del niño seguro de que a su Madre le gusta que le regale un balón de fútbol e inmediatamente le proponga irse a jugar, y seguro también de que a su Padre le gusta que le regale sus dictados llenos de faltas.

Desde aquellos días sabemos que lo que siempre hemos llamado vida es el escorzo de la Alegría y que a la fuente de todo Amor hasta ahora habíamos llamado estar vivos.

Adivina adivinanza, ¿Quien es?
Seguro que no es quien piensas, pero es quien debiste pensar.

Como diría el viejo Borges: "Sos vos"