jueves, 8 de mayo de 2014

EXPERIMENTO OSCURO DEL ALMA

-Dios crea  como el  mar los continentes, retirándose.- R. M. Rilke


Hay lugares a donde no llevan los mapas, solo la osadía de la ignorancia.
Los cambios hoy no importan, pues sin muerte todos son llevaderos, pero es realmente abrumador como marcarán los días futuros.

Siempre he querido saber cuanto de Dios soy capaz, cuanto de su intención he entendido.

De todos los cabritillos solo uno sobrevivió y, mentira más, mentira menos, solo por él se conocerá la historia.



Vamos allá.


Es el día otra vez de la muerte de mi hermano, del primero por arriba, solo que ya han pasado 20 años.
Se llamaba Carlos por entonces y con su muerte algo se me rompió, pero tan torpe y ciego que no supe que fueron su nombre y el mío lo que se hizo añicos.
Estaba tan equivocado que llegué a concebir que Dios intervino o se ausentó. Siendo eso lo que hoy trato de remediar, mi mala concepción, no la posición de Dios.

Carlos, como los demás hermanos, fue una esquirla de metralla despedida de la bomba que estalló en nuestras vidas.
Desde entonces el pesar y la culpa, como un rabioso perro negro pintado de espumarajos de guerra, persiguieron a dentellada viva todos mis días. Despertaba cuando yo me incorporaba y no reposaba en guardia sino hasta que yo caía exhausto.
Era perro que solo saciaba hambre y rabia mordiendo cráneos y una sola posibilidad de supervivencia a mi alcance, la ebriedad.

Me protegí del perro negro en la profunda guarida de un gato afilado, como un ratoncito a salvo de sus hermanos entre las zarpas pulcras y sanguinarias de un gato si esta saciado.
Mi enfermo pensamiento era la fibra que le saciaba, su alimento, luego le fui entregando mi alma en sus formas purulentas para mantener el físico de una pieza y vivaz.

Escribí mi destino con tinta embalsamada, muerto desde su principio, que nunca me molesté en releer.

El cuerpo que a toda costa mantuve vivo me daba asco como un gasto innecesario.

De un vistazo al mapa memoricé el destino, la muerte cuando me quedase sin alma de ración en ración entregada a la monstruosa alimaña protectora, y, de entre todos los posibles, un camino.

Han pasado siglos desde entonces, grandes, pequeños y medianos, y mi vida ya toca a su fin, me queda espíritu para un par de desayunos a lo sumo y, a la sazón, deseos de acabar ya.
Íntimamente he esperado un milagro, pero Dios me mostró lo que le hubiera gustado de mi y no intervino jamás.

Y me pregunto inquieto si podré hacer muerto lo que no hice en vida.
Al final un muerto es un defraudador, pero sostendré la antorcha en alto.

La Verdad es necesaria, no la considero ex machina, como el aire que respiramos en toda ocasión, ora arrebatados por la defensa de la agresión, ora arrobados en la adaptación a ser agresores. Necesaria como el aire que desemboca en las altas cumbres para una águila en cría; como el aire que invisible transporta sin peaje la música, como el aire que ni pregunta el nombre a mis pulmones.
Y la pregunta necesaria: ¿Qué experiencia de mi tiene Dios?
Lo pregunto sentado bajo un mapa del estrecho de Ítaca.

Nunca me esconderé de la Ley aunque huya de la justicia, y la Ley es clara: deja un mundo mejor cuando te vayas, no te asombres del Amor, sino de la guerra.
Bajo estas premisas ya se ve que no me las estoy dando con una ley cualquiera, es la Ley de la Posibilidad de los hombres en sociedad.

Carlos fue acumulando iniquidades sobre sí mismo, nadie intervino y nadie se ausentó.
Subiendo peldaño y añadiendo protagonistas, no es un timo de Dios la pobreza, explotación y hambre de tanto niño y adulto, sino fruto de la inspirada concatenación de condiciones que van poniendo los hombres en el mundo.

Cuando no entiendo algo, primero río, ya luego estallo en estudio.




No hay comentarios:

Publicar un comentario